Canción para un sábado.
SERGE GAINSBOURG: LEMON INCEST
El abuelo nos provoca
Si en España Umbral es recordado catódicamente por "¡He venido a hablar de mi libro!" y Fernan Gómez por "¡Váyase usted a la mierda!", sin duda en Francia Gainsbourg se asociará siempre al viejo (o no tanto, pero los excesos son implacables) que, borracho como una cuba, le dijo en directo a una Whitney Houston en todo su esplendor "quiero follármela".
Gainsbourg llega a los 60 tremendamente deteriorado. El cáncer inminente que acabaría con su vida y el desgaste provocado por sus abusos de tabaco, drogas y alcohol, especialmente esto último, hacen de él un abuelo prematuro al que Francia respeta enormemente por lo que representa. Y el abuelo, aunque cascado, no ha perdido ni un ápice de su sentido de la provocación, de manera que se planta en un plató televisivo entre un presentador de plástico y la jovencita Whitney, que viene a promocionar El Guardaespaldas. Mientras el maniquí trata de hacer una entrevista surreal, Serge se dedica a babear guarradas en inglés a la Houston hasta que le dedica su mejor perla: "I wanna fuck you". Momentos de desconcierto... la estrella americana no sale de su asombro y el ridículo presentador, sin saber muy bien qué decir, traduce a los espectadores franceses "le ha dicho que es preciosa...". Pero el borracho no es tonto y se dirige a la audiencia en su idioma materno: "Pas du tout, j´ai dit que je voudrais bien la baiser" ("de eso nada, le he dicho que me encantaría follármela"). Minutos antes le había advertido al Ramón García gabacho que no mintiera, "que no somos Reagan y Gorbachov". Genial ¿no?
Finalmente el genio borracho se ríe socarronamente e improvisa una disculpa con beso en la mano incluido...
Él era así y por aquel entonces ya se había autoconvertido en Gainsbarre, el Dr. Jeckyll borracho y cínico que iba más allá del Hyde al que nos tenía acostumbrados. En la última etapa de su vida, Serge publicaría sus álbumes más flojos y realizaría decenas de intervenciones catódicas como la mencionada. En esos años, como nada le importaba la opinión de la república, no tuvo reparos en coger a su hijita Charlotte (entonces contaba 11 años, hoy es actriz y cantante, que no pasa de mediocre) y hacer un dúo sobre una base de Chopin. El problema era que Charlotte y él aparecían en paños menores en el vídeo, sobre una gran cama, y que la canción hablaba claramente de incesto. La niña decía cosas como el amor que no haremos nunca es el más bello, el más violento, el más puro, el más intenso, a lo que papá contestaba exquisita esquiva, niña deliciosa, mi sangre y mi carne, mi bebé, te quiero tanto. No es precisamente el De niña a mujer pero qué más da, es Gainsbourg. El tema, todo hay que decirlo, suena como si cantara un gato con la cola aplastada, pero de alguna manera tiene algo de hipnótico. El título, por cierto, refleja la capacidad de Gainsbourg de retorcer a su gusto el lenguaje. Un zeste de citron, en francés, sería "La piel del limón", pero héte aquí que en inglés, Lemon incest pasa a significar algo totalmente distinto. Monsieur Gainsbourg no ha perdido su lucidez...
Encuentro con Whitney Houston en el show de Michel Drucker:
Serge et Charlotte Gainsbourg: Lemon incest
(Love on the beat, 1984)
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