lunes, 14 de abril de 2008

Bailar, bailar

FRANCO BATTIATO: YO QUIERO VERTE DANZAR


Varias son las razones que me llevan a colgar hoy este clásico, que todos hemos tarareado en alguna ocasión y que, nos guste o no el italiano, siempre nos pinta una sonrisilla en la cara...

1. El bueno de Franco viene a mi ciudad, muy cerquita, y voy a verle con la sensación de que es un personaje mítico, un hombre muy especial que, si bien no es uno de mis ídolos, merece la pena escuchar en directo porque transmite magia, misterio, y porque en mi casa lo hemos puesto cientos de veces, de manera que es un viejo conocido. Cuando publicó Fisiognomica (¿era éste? nunca he vuelto a ver aquel disco), donde están Yo quiero verte bailar y otros hits como Bandera blanca o Nómadas, compramos el cassete y mi padre lo ponía en el coche hasta la saciedad. En un viaje a Madrid lo estuvimos escuchando sin parar y cantábamos todos los estribillos. Un día, años después, me preguntaron en una clase de valenciano cuál era mi canción preferida y yo dije Yo quiero verte danzar, sin dudarlo. Era mentira, pero me traía tantos recuerdos a la mente que me daba el juego suficiente para explicarlo y salir del paso con el ejercicio. El caso es que me emociono al acordarme de aquel viaje.

2. Esta canción habla de la alegría que produce bailar y evoca imágenes bellísimas de las diversas culturas del baile, en distintos países y paisajes. Y el logro de Battiato es que dio con la melodía perfecta que, sin escuchar mucho la letra, te hace entender perfectamente la belleza del baile, la sensación de liberación y todo lo que se puede expresar con él: amor, diversión, cariño hacia las raíces. Sin importar la edad, el instrumento que suene, la época del año o el rincón del planeta en el que te encuentres.

3. El sábado BAILAMOS. Vive Dios que bailamos. Y fue mágico, divertido, liberador, hubo brillo en nuestras miradas, hubo grandes anécdotas y, sobre todo, la emoción de reconocer una canción que hace tiempo que no escuchas y lanzarte a la pista. Durante una noche fuimos todos una sola persona, con nuestras peculiaridades y con distintas etapas, pero el baile nos unió a todos y nos hizo felices, haciéndonos olvidar que llegaría el domingo y después el horrible lunes. Bailamos en un lugar inesperado con un DJ imprevisto, que resultó estarnos agradecido por lo agradecidos que, a nuestra vez, le estábamos, porque le libramos y nos libró de Bisbal y demás morralla. Sonreía, feliz, mientras nos pinchaba a los Canarios, Bruno Lomas, los Salvajes... Y daba igual que luego viniera un remix infumable de Dirty Dancing (como lo oyen), ya estábamos lanzados. Y bailamos en un podium, bailamos en la pista e incluso una señorona quiso bailar con un amigo.

A continuación bailamos en una pista de parquet y participamos en una competición de baile de la que nos expulsaron prácticamente en la primera canción. Y seguimos bailando después. Unos deslizando, otros haciendo lo que pudimos. Aplaudimos los himnos al final, como manda la tradición. Y bailamos, bailamos, bailamos... Y giraba todo en torno a la estancia...

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