EL ÚLTIMO DE LA FILA - EL LOCO DE LA CALLE
Mi vida no es de nadie
Mi vida no es de nadie
¿Qué tendrán las ciudades, que son un refugio y a la vez un agujero del que resulta imposible salir? Los que hemos crecido pisando asfalto sabemos bien la tristeza que encierran las calles y a la vez lo maravilloso que puede ser desaparecer entre ellas, decidir pasar desapercibido entre personas que no hemos visto jamás. No hablo de ciudades pequeñas, hablo de urbes lo suficientemente grandes como para que uno pueda no cruzarse con nadie conocido en varios días. A la vez, urbes lo suficientemente grandes para que las personas se busquen y no se encuentren.
El Último de la Fila nace como un grupo marcadamente mediterráneo y muy urbano. Sus dos miembros se han criado en barriadas del extrarradio barcelonés y eso les lleva a crear, en sus primeros discos, un universo asfixiante de gente solitaria, carreteras y edificios. En Los Rápidos, Manolo García cantaba aquello de ruta del sur, corro hacia el infinito [...] quedan atrás las tardes de domingo, mi calle gris, mis amigos de siempre; muy lejos ya, tirado en la cuneta, se queda atrás mi mundo de ciudad. Desde principios de los ochenta García escribe textos a veces estrambóticos, siempre con un punto de claustrofobia, bien por la incomprensión del resto de la humanidad, bien porque su espíritu por entonces joven y rebelde, se ahoga entre el cemento y la rutina.
Lo mismo sucede en Los Burros, donde ya aparece Quimi Portet y afina un punto más en el surrealismo, introduciendo además un tono de acidez, ironía, amargura o llámese como se quiera. En unas composiciones que, en conjunto, resultan bastante irregulares, son capaces de gastar la broma de Huesos junto a canciones tan tristes como Portugal (explotan las calles y yo estoy aquí, mirando a la gente, soñando en volver. Las tardes de cine, ya no puedo más) o Disneylandia: Cuero negro y ganas de beber sin saber en qué barrio quedarte. Disneylandia, no existe ya para ti. No hay dinero, no, no saliste nunca de aquí.
Cuando nace El Último de la Fila, obviamente hereda todo este poso de sus fundadores, depurando un poco los fallos de las anteriores formaciones. Es decir, nos encontramos con canciones mucho más pulidas en las que cuidan mucho de que los alardes extravagantes de genialidad no desvirtúen el resultado final, como sucedía con temas de los mencionados grupos primigenios. Aún así, su primer disco, Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana, a pesar de contener joyitas, no acaba de sonar todo lo bien que a ellos les gustaría y tiene que llegar Enemigos de lo ajeno, perfecto de principio a fin, para darles el empujón comercial y decidirles a sacar un tercer LP con remezclas, bajo el poco original título de Nuevas mezclas. En él, junto a un tema inédito increíblemente bueno, aparece una recopilación de sus 2 primeros trabajos, en algunos casos con versiones muy mejoradas, como El loco de la calle o Dulces sueños.
Años más tarde, la rebeldía de Manolo García y Quimi Portet se convertirá en ecología y defensa de los derechos humanos y les llevará a cambiar las barriadas por bosques y paisajes en vías de destrucción. Ya en solitario, Manolo crea un universo propio lleno de misticismo, de palabras altisonantes y reminiscencias de culturas en desuso, mientras que Quimi opta por la experimentación y la ironía anti-establishment. Pero eso es otro post...
He escuchado cientos, miles de veces, toda la discografía de El Último de la Fila, especialmente en las tardes interminables de mi adolescencia. Me sé todas sus canciones de memoria, Rápidos y Burros incluidos. No sabría con cuál de las 2 versiones de El loco de la calle quedarme. En su grabación original, este temazo suena como era el grupo en el momento: desnudo, austero y desgarrador. En Nuevas mezclas se le añade brillo, colorido y se le despoja un poco de tristeza, aunque sigue siendo un canto a la desolación y a las ganas de gritar.
Quizás me quedo con la primera versión, en cuya letra la chica, huyendo de su soledad, busca el centro de la calle. Su puerta y su mirada siempre abiertas de par en par. Una mujer que sale a la calle y busca una mano que la coja, mientras el narrador de la canción se asfixia entre cuatro paredes, con deseos de salir a la calle y arrollar a todos con sus ansias de vida. Me sigue pareciendo estremecedor el grito: ¡Paso al ansia de vivir! En la segunda versión ella prefiere encerrarse para rumiar su soledad a solas, los ojos perdidos en el vacío, mientras él sigue buscando miradas a las que agarrarse. Dos personas que se necesitan con desesperación, casi con angustia, que lloran y se buscan pero no se encuentran. ¿Qué tendrán las ciudades...?
EL LOCO DE LA CALLE (NUEVAS MEZCLAS, 1986)
Pierdo mis defensas
en los recodos de la angustia.
Busco una mirada cada momento,
en todas partes.
Mi vida no es de nadie
ni yo le pido a nadie nunca
que haga algo que yo mismo
tampoco haría sin dudarlo.
Y solo sé que no puedo estar;
si tú te vas, mi casa voy a quemar.
Y ella está tan sola
que huye del centro de la calle.
Su puerta y su mirada
cerradas a canto y a cal.
Y sola, sé que no puede estar;
y ahora, sé que se perderá.
Y al final, sólo envidia y ambición;
y ya sé que sin buscar
no encontraré...
Paso al loco de la calle.
Paso al ansia de vivir.
Mi cuarto es tan pequeño
que nunca encuentro las esquinas.
Desde que tú te has ido
se ríe de mí la soledad;
te espero en los caminos
y te confundo a todas horas;
mientras estoy perdido
los niños me han dicho que lloras.
Y al final sólo envidia y ambición;
y ya sé que aunque busque
nunca encontraré...
Paso al loco de la calle.
Paso al ansia de vivir.
Paso al loco de la casa.
Paso al ansia de vivir.
1 comentario:
Simplemente decir que me ha encantado la descripción que has hecho del grupo, desde sus inicios, y de sus canciones y trayectoria.
"El loco de la calle", mi preferida de antes, ahora y siempre.
Gracias.
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