lunes, 13 de diciembre de 2010

Adiós

PRIMERO CONQUISTAREMOS MANHATTAN. DESPUÉS CONQUISTAREMOS BERLÍN.

No es una vuelta proprement dit pero como lo que nos faltaba en estos tiempos de mierda era el mazazo repentino de la muerte de Enrique Morente, aquí va lo que en su día escribí porque es imposible transcribir ahora todo lo que en mí sucedió esa calurosa noche de julio.

http://cadaunosurazon.blogspot.com/2008/07/sin-palabras.html

Y no, hoy tampoco hay canciones. Sólo despedidas.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Viena, grande y diminuta

THE TURTLES: SO HAPPY TOGETHER
Imagine you and me, I do


Lo sé, amiguitos, les debo una crónica que cada vez se alarga más y más en el tiempo y la memoria pero permítanme esta noche, sábado en una Viena anormalmente calurosa, compartir una canción que hace tiempo que quería traerles. Y esta mañana ha adquirido un sentido pleno y hace unos minutos lo ha perdido pero da igual porque es un TEMAZO y da igual en qué momento suene este hit de loa Turtles.

La última vez que disfruté de este clásico entre los clásicos fue viendo una película en la muy detestable Tele Cinco en una especie de ciclo oficioso e infumable que emitieron entre mayo y junio de películas relacionadas con temas nupciales. Entre ellas se coló una producción británica independiente, creo que se llama Un millón de rosas, en la que la chica que protagonizaba el Bar Coyote descubre el amor lésbico justo antes de casarse, gracias a la chica que le supervisa el tema floral en su boda.... En fin, el happy end contiene esta canción, con dos personas enamoradas saltando de techo en techo de coche en un típico atasco londinense y no lo puedo evitar, pero es que esta canción me engancha y me despierta sentimientos enormemente positivos. Y no porque esté enamorada, no se vayan a creer, pero porque estar so happy together no tiene por qué implicar ningún tipo de atadura. Por la libertad y por ustedes aquí tienen un temazo.

Feliz fin de semana. :)

domingo, 1 de agosto de 2010

Tierno verano de festivales y azoteas

LOS ILEGALES: SOY UN MACARRA
Oye tú, tú que me miras, ¿es que quieres servirme de comida?


Paradojas de la vida, a veces hace falta irse de vacaciones para completar tareas pendientes y es que yo, queridos amigos de mis entretelas, les debo una explicación y dos crónicas, aunque ustedes no lo sepan. Y es que con el verano han llegado los festivales, aunque ya me creía jubilada, y con ellos una serie de anécdotas, canciones y bromas privadas que han configurado una primera etapa del estío ciclotímica, llena de momentos altos y bajos, de pérdidas laborales, fachadas desconchadas y risas a pleno sol con un mojito en la arena. En fin, allá vamos y para ello hablaremos de hitos informativos, lo que en cursos de comunicación y agencias remilgadas vienen a ser los highlights o los "temas" que se pueden destacar para hacer que algo (evento, institución, empresa) sea noticiable. Cosas de la comunicación corporativa...

Para no aburrirles con una sobredosis, empezaremos hoy con el FIB 2010, o de cómo conseguir unas entradas VIP caídas del cielo, planear un festival en 24 horas y abandonar el recinto presa de fiebre la última noche. Aquí van mis hitos, como verán muy personales y subjetivos, abiertos a cualquier discusión.


1. Me gustaría hablar de un FIB de transición, de la crisis y de todas esas cosas pero amiguitos, me temo que esto ya no es lo que era... Y no es que no me fíe de Vince Power, que para algo es el dueño de Reading, pero el festival dista mucho de otras ediciones, en cuanto a cartel, instalaciones, público...

2. Programas de mano a 10 euros y NADA que anuncie horarios de conciertos en kilómetros a la redonda... La picaresca española nos hace agudizar el ingenio y recurrimos a fotografiar los horarios que algún alma caritativa se ha garabateado de alguna otra alma igualmente desprendida. ¿Es de recibo pagar 150 euros para no tener ni una referencia de lo que se cuece dentro del recinto?

3. Antonio Luque fue, por aclamación popular y criterios absolutamente dumontianos, lo mejor del festival. Con unas pruebas de sonido sólo 5 minutos antes del concierto, un directo más que convincente y un look como si hubiera estado en la Isla de los Famosos. Impresionantes sus casi 2 metros de altura y su barba...

4. Ya hace mucho tiempo que el FIB es patrimonio del paisanaje inglés, esos que son insufribles en su país y se vuelven absolutamente asesinables cuando vienen aquí. Torsos sudados al desnudo (llámenme fina, en fin...), borracheras de las que hacen perder la consciencia, gritos animales... Lo peor de todo es que les confeccionan el cartel a su medida y ni siquiera les importa porque ellos, amiguitos, vienen a España a beber y cometer animaladas, aparecen tarde en los conciertos y se la trae al pairo quién está ganándose el pan sobre el escenario.

5. Cuando el festival es pasto del rebaño británico se produce una solidaridad empática hacia los autóctonos muy curiosa, que se resume en un trato de favor incluso entre el personal del evento que, no nos vamos a engañar, se acentúa si las aborígenes en cuestión son féminas: "españolas, pasad, os colamos, tomad cerveza, os hacemos sitio...¿tenéis novio?" En otro momento habría renegado de esta campechanía con tintes de palurdez alfredolandiana (a la inversa) pero debo confesar que me enterneció notablemente. Será la edad. :)

6. Siguiendo la tendencia hace un par de ediciones, al festival van clásicos imprescindibles de la música patria que, aunque estén pelín desubicados, atraen a los nacionales aunque con esto no nos compra, Mr. Power. Tras haber visto sudar en el festival a Kiko Veneno y Josele Santiago, este año era el turno de Los Ilegales, que concentraron sus éxitos más conocidos en una brillante actuación de una hora. Abrimos el capítulo de anécdotas personales y es que, más tarde, en la zona VIP, Jorge Martínez, con su polo Fred Perry y sus fibrosos casi 2 metros de estatura, nos dijo que estábamos "muy bien fabricaditas" y nos pidió un trío para su vuelta a Valencia. Además de confesarnos que Josele Santiago canta tan "lento" que en el directo de despedida de los Enemigos estuvo a punto de darle unas pantuflas, "para que estuviera cómodo". Viva el rocanrol, señores.

7. Crónica de ambiente. Novedades en el festival que nos llamaron sobremanera la atención, junto al tema de cobrar por los horarios: ya no hay carpas pequeñas, ahora Fiberfib y Fibclub son escenarios al aire libre, lo que se agradece por el calor que hacía pero no parece muy buena idea en vista de la "solana" que cae a la hora de los primeros conciertos. Ya no hay patrocinadores fuertes (adiós a Mustang y Vodafone), ahora es el turno de Jack Daniels y Doctor Martens. El mercadillo se ha reducido a tres tristes puestos y, señoras y señores, bienvenidos a la feria porque hay dos atracciones, no una sino dos, en el recinto que se supone oasis de melómanos que buscan sonidos diferentes, indies... Paparruchas, ahora los gafapastas pueden subirse a una especie de pulpo gigante a la entrada y una imitación de Ave Fénix (Terra Mítica rules) en la zona del (antiguamente) mítico Escenario Verde.

8. Ya no existe la zona de prensa, referente imprescindible no sólo para los que hemos trabajado alguna vez cubriendo el festival sino para encontrar a los amigos, la peña de Valencia, en fin... ha muerto aquello de "nos vemos en la puerta de prensa", que quedaba por cierto a la derecha del escenario, por la parte delantera. Ahora se ha unido la zona VIP (¿realmente conocen a alguien que pague 300 pavos por un supuesto trato de privilegio?) al backstage y el área se completa con una raquítica carpa para la prensa, amén de integrar la antes mítica piscina de artistas que estaba en el igualmente legendario backstage. Probablemente Vince ha pensado en unificar costes y por tanto reducir la factura juntando todo en un sitio que está muy bien y tiene sillas de Patricia Urquiola, pero ni precios reducidos como antaño, ni ves los conciertos, porque también han pasado a mejor vida las gradas para prensa y VIPs. Supongo que el backstage habrá pasado a ser estrictamente un lugar de camerinos y quizás alguna mini barra para artistas, con lo que se cierra una etapa de anécdotas y chismorreos sobre una zona enigmática, a medio camino entre la verdad y la leyenda...

9. Por si no lo saben, éste ha sido con toda certeza uno de los peores carteles de la historia de Benicàssim. Como he dicho antes, me gustaría pensar que son cosas de la crisis y que todo volverá a su ser. Me río ahora del muy criticado (por mí la primera) cartel del décimo aniversario que, oigan bien, tenía a gente como Robert Wilson o Arthur Lee. Escuetamente (y luego entenderán por qué), les cuento conciertos vistos y disfrutados: Two Door Cinema Club, The Clientele, PIL, Ian Brown, Ilegales, Señor Chinarro. Luego están los Vampire Weekend, que eran un cabeza de cartel y todo eso y que a mí me sonaron a cosas oídas cientos de miles de veces antes. A Gorillaz no los vimos por culpa de la fiebre dominical y Ray Davies y Charlotte Gainsbourg tampoco contaron con nuestra asistencia por motivos laborales. Si a eso le suman que, ingenuas, fuimos sin horarios y deambulamos desorientadas por el recinto gran parte de los días, pues eso, sale un balance muy mejorable de música.

10. Servidora hace muchos años que no paga por ir al FIB pero ya pensaba que me había retirado de los festivales. Por eso, cuando de repente te caen dos invitaciones que resultan ser pases VIP, cuando el cartel no te interesa prácticamente nada, cuando tienes la comodidad de un hotelito y acceso a una zona con piscina, ves las cosas desde otra óptica. Y llegan la playa, las conversaciones íntimas entre amigas, la paella para guiris, las jarras de sangría, el tapeo por Benicàssim, la juerga nocturna por un antro sixties del pueblo muuuy recomendable, las risas, las cervezas y mojitos en la arena antes de comer, alargar la tarde en la piscina VIP mientras "de fondo" oyes tocar a alguien... Cosas que pensé que no haría (entre otras cosas no me gusta la sangría) pero que te hacen ver la vida y un verano extraño de otra manera.

Y aunque en el hotel, a media tarde y preparándonos para comernos la noche, sonaba Burt Bacharach, no puedo evitar traerles hoy un clásico del rocanrol patrio que, los que me conocen lo saben, es mi verdadera vocación. Próximamente les hablaré del Lowcost. :)

viernes, 9 de julio de 2010

Soul de viernes

ELI PAPERBOY REED AND THE TRUE LOVES: YOUNG GIRL

¿Les conté que fuimos a ver a Eli Paperboy Reed a finales de mayo? ¿No les dije que tocaba de telonero el hijo de Paul Simon pero suspendió a última hora y el batería de Eli se fue del escenario para vomitar y fue el concierto más corto (pero más intenso) de la historia? ¿Les había hablado de este americano de 25 años con una voz prodigiosa y un talento superlativo para el soul más clásico?

¿Nunca les he contado que le apodan Paperboy por la manera de ponerse la gorra de su abuelo, que le hacía parecer un repartidor de periódicos? ¿Les conté que Eli prohibió fumar en toda la sala y que, aunque simpático, se mostró implacable a base de gestos de rechazo hacia los que violaron las normas? ¿Les hablé de la increíble banda que lleva en el escenario? ¿No les conté que conseguimos pegarnos a la valla de la primera fila y que Eli sonreía al ver que las mujeres gritaban desesperadamente a su paso?

Finalmente, ¿están seguros de que no les expliqué aquello de que al final del show sacan a chicas al escenario y quisieron elegir a alguna de nosotras y todas corrimos desesperadas para evitarlo, creando un vergonzoso círculo vacío? ¿No les confesé que no me hubiera importado subir pero no habría sabido qué hacer una vez en el escenario? ¿Y que tampoco lo hice por miedo a tropezarme patéticamente al encaramarme?

¿No les dije que éste es uno de los mejores conciertos que he vivido últimamente? ¿Seguro? ¿Y tampoco les he hablado nunca de su buenísimo último trabajo, Come and get it?

Pues qué cabeza la mía porque suena a todas horas en mi cabeza... :)

Juzguen ustedes mismos (y no nos busquen, que este concierto es en Madrid). Mi canción favorita: Young girl, una versión de Frank Lynch tal y como el propio Eli explicó. Feliz fin de semana.

lunes, 5 de julio de 2010

Sólo apto para bailar

THE TING TINGS: THAT'S NOT MY NAME
They call me quiet girl but I'm a riot


Los que me conocen saben que soy detractora del Ipod y precisamente porque tengo uno y he comprobado en mi “ca'nnes” que el triunfo de este aparatito no es más que el resultado de una brillante macrocampaña de marketing. ¿Por qué “mola” tener Ipod? No lo sé pero el mundo es así, hoy en día millones de personas contribuimos a engrosar las arcas de Apple.

Saliéndonos del tema Ipod, que poco me interesa hoy comentar sus (pocas) virtudes y sus (muchas) desventajas, hay millones de personas hoy en día que caminan escuchando música por la calle. Yo, que me he resistido durante tiempo a esto, hice hace poco un ejercicio de memoria y sinceridad y me recordé con las orejas “encasquetadas” desde hace muchos años, desde que recibí un walkman de un amigo de mis padres en mi Comunión. He llegado a llevar discman por la calle y por motivos laborales y de logística, hacía tiempo que no consumía música en movimiento, bien es cierto. Y conste que no me gusta aislarme del mundo, se pierde uno grandes conversaciones en el autobús o corre el peligro de no oir a alguien que le llama a gritos, por no hablar de distracciones que pueden acabar con la propia integridad física.

Pero hay algo indudable y es que cuando se escucha música mientras se camina, parece que estemos en un videoclip y, si la canción es la apropiada, uno se ve haciendo unas coreografías que ya quisieran Lady Gaga o los musicales aquellos en los que de repente una calle entera empieza a bailar y a cantar. Al menos a mí me pasa. Supongo que esto enlaza con la tradición de bailar y cantar en casa pero aquí no estoy entre mis cuatro paredes con lo cual debo reprimir mis instintos (más de lo normal).

Tengo una lista de reproducción en mi Ipod color púrpura que he bautizado con el nombre de “moderno”, pero sin pretensiones, únicamente es una nomenclatura funcional y comprensible si tenemos en cuenta que en mi reproductor conviven Britney Spears y Lola Flores. El caso es que el viernes caminaba yo de buena mañana y me puse la lista “moderno”, que hace tiempo que no escuchaba, y noté cómo se me iban los pies. Creo que algún transeúnte llegó a verme y desvió la mirada haciendo como que no pasaba nada, lanzándome algún vistazo de reojo mientras el semáforo se ponía en verde. Y no es que yo me pusiera en plan Beyoncé Knowles pero sí que casi de manera imperceptible mis caderas y mis manos oscilaban al ritmo de este dúo británico que hicieron un primer disco hace un par de años, We started nothing, repleto de singles geniales como este That’s not my name. Leo en internet que están preparando su nuevo disco, grabado en Berlín y con título en alemán, Kunst, que significa arte. Pues vale. De momento nos quedamos con este trallazo que, si es apropiado para un viernes en el que casi todo nos recuerda que está por venir el fin de semana, bien puede levantar un lunes que empieza con mucho agotamiento y demasiada luz del sol en las pupilas.

Feliz lunes.

PD: y sirva también como homenaje silencioso a esa persona que en mitad de la noche del sábado me preguntó, ¿te llamabas Menchu? Nooo, that’s not my name. Margaret, por favor. ;)

PD2: por alguna razón ("por solicitud", dicen) no se puede insertar el vídeo el Youtube así que pueden ustedes entrar directamente a verlo en este link. Gracias. :)

http://www.youtube.com/watch?v=IN4YMli-Esw

miércoles, 23 de junio de 2010

Domingo de cine

CHARLES AZNAVOUR: PARCE QUE
Gainsbourg (vie érotiqu.. digoooo, héroïque) ;)


Pues sí, el domingo para culminar un nuevo fin de semana grandicioso nos fuimos al cine, a ver el estreno de Gainsbourg (vie héroïque) en Cinema Jove. Mira que tenía yo ganas de hincarle el diente a esta peli que se estrenó a finales de enero en Francia y que ya había perdido la esperanza de ver. Pues no me decepcionó, es más, me sorprendió y mucho, por su estética y porque no es un biopic al uso.

Antes de empezar el propio director estaba allí para introducir su obra y dijo dos cosas interesantes. Que Gainsbourg (vie héroïque) es un musical “pero no como Cantando bajo la lluvia o Un americano en París”, y que había decidido mostrar en su película un París idílico, alejado de la realidad. “Sé que hay cineastas que entienden el cine como un reflejo de la realidad pero para mí el cine es cine, quizás es porque no me gusta la realidad de mi país”, dijo Joann Sfar, en un más que correcto español. Sfar debuta en el cine con esta película pero en realidad es un afamado dibujante de cómics, lo que queda patente desde los títulos de crédito; de hecho, Gainsbourg (vie héroïque) es una adaptación de una novela gráfica suya. Como biopic quizás resulte superficial pero es que esto es un cuento sobre la figura de Serge Gainsbourg, más que un relato exhaustivo de su vida. Durante dos horas se suceden varios episodios en los que se mezclan anécdotas reales, personajes fantásticos y escenas oníricas, ofreciendo un reflejo de la evolución de este artista: desde su niñez en la acomodada familia judía que potenció su talento para el dibujo y la música, hasta su debut en clubs nocturnos y, cómo no, la presencia de las mujeres en su trayectoria: Juliette Gréco, Brigitte Bardot, Jane Birkin, Bambou… Sin profundizar en exceso, Sfar quiere especialmente mostrarnos el interior de Gainsbourg, el por qué de su actitud y su personaje y para ello se inventa un amigo invisible, su “gueule”, que es su “jeta”, el alter ego que siente en sus adentros y que le permitirá luchar contra su fealdad y sus limitaciones y alcanzar la cima del éxito y del amor. Cuando consigue dar vida a su propio personaje tratará de alejar a este ser que, como adivinarán, jamás podrá separarse del hombre. La “gueule” es un personaje de carne y hueso, aunque sólo exista en la mente de Gainsbourg, interpretado por el mismo actor altísimo y extrañísimo que aparecía en El laberinto del fauno.

Pero sin duda lo que sobresale por encima de todo en esta película es el actor que da vida a Gainsbourg, Eric Elmosnino. Es tal el mimetismo que en algunos planos uno se sonríe fantaseando con la idea de que el viejo golfo siga vivo, en cualquiera de sus etapas vitales; de joven trajeado con cara de atontado, de moderno desaliñado o ya de cincuentón demacrado y pasado de rosca. Y no sólo eso, sino que Elmosnino canta todas las canciones y desde luego roza el notable alto, por lo acertado de su tono de voz y por su estilo. El actor consigue ser una fotocopia de Gainsbourg, en un proceso tan admirable que si ésta fuera una producción americana, podría como poco estar nominado en los próximos Oscars (aunque no perdemos la esperanza, acuérdense de Marion Cotillard en La Môme).

Muy acertadas también Laetitia Casta como Brigitte Bardot y Lucy Gordon, como Jane Birkin, con ese delicioso acento inglés al hablar francés, tan característico de la ex de Gainsbourg. Lucy Gordon se suicidó pocos meses de hacer la película y por eso Sfar se la dedica en los créditos finales.

Creo que Gainsbourg (vie héroïque) se estrena el mes que viene en el resto de España. Yo de ustedes no lo dudaba, especialmente si son admiradores del gran Lucien. Vayan a verla y luego me cuentan.

Como hemos escuchado a Gainsbourg decenas de veces por estos lares, me permito traerles a Aznavour con Parce que, la canción que Serge tararea en varias ocasiones en la película, reflejando que el armenio fue una influencia clave en su carrera. Aunque como le dice Juliette Gréco en una de las ocasiones en que le cita en su piso a altas horas de la madrugada, “si hubiera querido escuchar a Aznavour no le habría llamado a usted”.



Y aquí, para ponerles los dientes largos, un poco de Gainsbourg (vie héroïque).



martes, 15 de junio de 2010

Un mar de miradas perdidas

MANOLO GARCÍA: COMO QUIEN DA UN REFRESCO
Con los ojos que me miran me puedo escapar



“Todos los días me suicido un poco”, decía la enorme Gloria Fuertes en uno de sus poemas adultos, en los que hablaba de soledad y tristeza, con algo de rutina y sentido del humor.

Pues yo, todos los días me enamoro un poco; mis romances duran apenas unos instantes, no se vayan a creer. Viva la promiscuidad efímera.

Me enamoro del chófer del autobús que espera pacientemente con una leve sonrisa a que yo llegue corriendo a la parada, todas las mañanas. Me enamoro de la adolescente que se mete la camisa del uniforme por dentro y se baja la falda mientras llama a su casa para que le abran a la hora de comer. Me enamoro del conductor que, a pesar de cruzar por un lugar indebido, me deja pasar con un gesto cómplice. Me enamoro de la persona a la que ni siquiera veo pero que, cuando hago una gestión de trabajo por teléfono, me trata con suma amabilidad e incluso ríe alguno de mis comentarios. Me enamoro del abuelo que espera a su nieto en un banco de la calle, el mismo niño al que un día le oí decir: “Oye, abuelo, ¿tú no te aburres cuando estás solo?”. Me enamoro del padre guiri que va explicándole a su niña pequeña todo lo que sucede al paso del autobús, hablándole en el inglés más dulce que jamás haya oído. Me enamoro de la mujer que me advierte que llevo el bolso abierto, “por si acaso”, cuando estamos paradas en un paso de cebra. Me enamoro del DJ que de repente, entre el barullo nocturno, acierta de pleno con mi canción favorita, una de esas que no suele sonar y que te deja con la boca abierta. Me enamoro del viejo rocker que a altas horas de la madrugada charla con sus amigos sobre Gene Vincent y se permite la licencia de llamarle Juan Vicente. Me enamoro del dueño del bar que me ha visto crecer y todavía me sigue preguntando por “mis padres”, con una mirada entre lasciva y entrañable. Me enamoro de las personas que coinciden en la parada del autobús a diario conmigo y que forman un anónimo y mudo grupo de amigos. Me enamoro del amigo o la amiga que te encuentras accidentalmente por la calle y decide enviarte luego un mail o un sms diciéndote lo mucho que se ha alegrado de verte. Me enamoro de las mujeres que, detrás de un mostrador, me dicen “bonica” o “arregladito, cariño”. Me enamoro de la persona que me deja pasar en el súper cuando ve que llevo sólo una o dos cosas y también me enamoro de las que me agradecen el gesto a la inversa.

Imagino que algo así es lo que siente Manolo García en esta canción, Como quien da un refresco, en la que habla de miradas... azules, verdes, de todos los colores. Ojos que te encuentras a diario y que permanecen sólo unos segundos en tu memoria, pero de alguna manera, te hacen sentir que no estás solo. Como contrapunto necesario, no puedo evitar confesarles que además de enamorarme fugazmente, también me suicido un poco todos los días.

viernes, 11 de junio de 2010

Análisis DAFO de Los Planetas

LOS PLANETAS: UNA CORONA DE ESTRELLAS
Puedes pedirme lo que tú quieras,
te mereces una corona de estrellas


Hay quien dice que Los Planetas son el grupo más sobrevalorado de la historia y hay quien simplemente los ama, sin condiciones. Hay quien desprecia la manera de mascullar canciones de Jota y hay quien sostiene sesudas teorías sobre la actitud y la subversión musical referidas a ellos. En definitiva, hay quien no los entiende y hay quien se precia de entenderlo todo. Los Planetas acaban de publicar su octavo disco, Una ópera egipcia, y para todos aquellos que no los comprenden pero quieren hacerlo o se preguntan qué tendrán estos granadinos y se plantean para averiguarlo comprarse este trabajo, aquí va un análisis DAFO que espero les aclare las ideas.

El DAFO es un invento marketiniano en el que se reflejan las Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades de una empresa, una marca, una idea de negocio… En él se recogen todas las variables posibles, no sólo las puramente financieras sino la coyuntura, los gustos del público, las modas. Primero se estudia la situación competitiva de la empresa en el mercado, detectando Oportunidades y Amenazas para la misma, en este caso Los Planetas.

AMENAZAS

Su oportunidad ya pasó, dirán muchos. La banda granadina despuntó en los primeros años 90 liderando lo que se dio en llamar el sonido noise y dando una vuelta de tuerca a la música independiente patria. Hoy en día “lo alternativo” apenas existe, muchos sellos has cerrado y los que sobreviven no encajan con la filosofía de un grupo que en el fondo siempre ha querido hacerse rico con esto de la música. En todo caso, “lo alternativo” se ha convertido en la vertiente bohemia de lo comercial, porque lo bohemio vende, y mucho. (En realidad esto no es nuevo, es algo que se viene observando desde los albores de los 60, me atrevería a decir, pero eso es un debate más extenso para otra ocasión).

En este sentido, dejemos claro que en la industria de la música, el “indie” es un departamento de marketing como otro cualquiera, romanticismos aparte. Y más cuando Los Planetas funcionan con política de grupo vendedor, no digo que sean Bisbal pero ya me entienden. En el “indie” actual, Los Planetas ya no son lo que eran y su hueco ha quedado desplazado por el electro pop, las cantautoras melancólicas, los grupos popis y demás fauna. Su único aval es su veteranía y esto, en los tiempos que corren, significa cada vez menos.

Como grupo semi-desconocido, despertaban curiosidad y cierto halo de admiración. Como banda minoritaria, eran “lo más”. Pero cuando ya han sonado en todos los pubs de España y han dado millones de entrevistas y salen hasta en el telediario, la aureola de misterio desaparece y sólo queda un grupo con sonido cuestionable y que en algún momento fueron referente de “algo” que la mayor parte del público no entiende.


OPORTUNIDADES

Nunca ha vuelto a haber nadie como ellos. Buenos o malos, el mercado nacional está falto de un referente “indie”, de un grupo que cree tendencia y se convierta en una formación “de culto”. Ellos siguen manejando el cotarro.

El público los ama o al menos gran parte de él y la prueba está en que siguen llenando aforos enormes en festivales o conciertos de invierno. El marketing les ha sabido ubicar en esa franja de malditos que ganan dinero a espuertas pero siguen renegando de lo comercial y haciendo travesuras, los chicos malos del pop lo seguirán siendo, aunque ya no cumplan los 40.

El grupo ya es referente de multitud de músicos jóvenes, que o bien les copian descaradamente (vean el primer single en la historia de los Lori Meyers) o se inspiran en su manera de componer y en su sonido.

No me pregunten por qué, pero su imagen atrae y vende. Hasta Jota levanta pasiones (servidora aún le haría un favorcito, a pesar de lo mucho que ha perdido con los años; Jota, no yo, jaja). Serán las Adidas, los sueters de rayas, la actitud chulesca, la dejadez y el hastío que emanan de todas sus poses y sus intervenciones. Una vez más, el público muestra su adoración con una estética muy vinculada al rock (la delgada línea que separa rock y pop, otro apasionante debate): chicos "duros", pelín antipáticos, aficionados a los excesos...


A continuación, se analiza la situación interna de la compañía, detectando Debilidades y Fortalezas.

DEBILIDADES

Si en algún momento lideraron el “indie” y de hecho, con ellos llegó el término a España, hoy en día Los Planetas no lideran nada, menos desde que ficharon por una multinacional y protagonizan escandalosas estrategias de marketing que les reportan suculentos beneficios. Que si vídeos censurados, que si un único concierto al año, que si flamenquines y grupos paralelos… Los alumnos les han sacado ventaja y ha quedado demostrado que los granadinos estuvieron en el lugar exacto, en el momento exacto, nada más.

¿Sabe Jota cantar? ¿Tiene alguna gracia que no se le entienda? ¿Tiene sentido hoy en día, cuando las letras están al alcance de un click? ¿Saben tocar en directo Los Planetas? ¿Es lícito que quien ha pagado una entrada para nada barata tenga que aguantar sus patinazos acústicos o las desapariciones del grupo mientras se van a hacer cuatro millones de rayas? ¿Es de recibo que una estrella del pop cante de brazos cruzados o con las manos tras la espalda?

Si introducen en Google las palabras “los planetas plagian” verán una relación de canciones en las que supuestamente los granadinos se han inspirado (también pueden descargarse una carpeta del mismo nombre en la que alguien ha recopilado los presuntos plagios y los presuntos originales). Jota dijo en una entrevista en Rock de Lux que todas las combinaciones de notas musicales están escritas, que es imposible no reproducirlas… Claro, que ya es casualidad que ellos “reproduzcan” a gentes de lo más selecto del “indie” y no a Encarnita Polo o a Javi Cantero.

Las drogas… Parece mentira que a estas alturas de la película este tema siga despertando pasiones y simbolizando algo prohibido y excitante, pero es así. Y ellos son predicadores de esta trasnochada religión, si no, fíjense en las miles de gargantas que corean eso de “nos hemos metido cuatro millones de rayas” en los conciertos.

Al margen de las drogas, si tomamos la temática del resto del repertorio “planetario” y se la enseñamos descontextualizada a un sueco, nos dirá si “eso” son los Hombres G. Y es que no me negarán que el tema “te-odio-tus-amigos-no-me-hablan-eres-mala-cuánto-sufro-voy-a-ver-si-me-emborracho” es de una simpleza y una reiteración imperdonables.

La “actitud” es algo tan importante como insufrible, cuando se hace demasiado palpable. ¿Recuerdan la chica que había en la primera formación? ¿La que tocaba de espaldas al público porque era “muy tímida”? Eso junto al aire de estrellas que se gastaban aun cuando sólo tenían una maqueta, el alardeo continuo de vivir on the wild side… Es fácil estomagarse un poco con tanta “actitud” que más bien huele a pose.

FORTALEZAS

Hubo quien dijo que Si está bien rezumaba la tristeza adolescente del mejor Buddy Holly. El caso es que, 16 años y 8 LPs después, las canciones de Los Planetas siguen hablando de amoríos, de chicos malos, de drogas, de enfados, de rabietas de novietes, de ligues, de sexo… y la fórmula sigue funcionando.

Hubo quien dijo tras publicarse Pop, “¿Pero qué le han hecho a Jota las mujeres?” Lo cierto es que el 99% de sus canciones destilan odio a las féminas que parecen putearle a conciencia y, una vez más, la fórmula sigue funcionando.

Distorsión, melodías potentes, letras interesantes, sentido del humor, estribillos pegadizos… de todo hay en la carrera de Los Planetas y por estos y más motivos gozan del favor de gran parte del público. Que hacen buenas canciones, puede discutirse. Que hacen canciones que “no dejan indiferente a nadie” es un argumento pobre y manido pero no por ello incierto.

Jota canta mal o al menos no vocaliza, eso es indudable. Pero su voz tiene cierto magnetismo que queda en evidencia en sus dúos o colaboraciones con gente como Nacho Vegas, Isabel León, La Bien Querida, La Buena Vida…

Y es que, no solamente de discos propios viven Los Planetas. Gracias a ellos se ha dado a conocer una importante cantera de grupetes y solistas que han grabado en El Refugio Aéreo y, hay que reconocerlo, pueden estar bien agradecidos al grupo por el sonido que les han ayudado a conseguir.

Los Planetas se han reinventado, de alguna manera. Del pop introvertido y la distorsión de Super 8 pasaron al punk blandito de Pop, al sonido casi perfecto de Una semana en el motor de un autobús (su mejor disco para mí), demostraron que sabían componer singles resultones (Un buen día, Santos que yo te pinte, Cumpleaños total, Pesadilla en el parque de atracciones) y más recientemente se han pasado al medio flamenco. Y no les ha salido mal la jugada. Por no hablar de la ingentísima cantidad de caras B, singles y colaboraciones que han ido publicando durante estos tres lustros. Otra cosa no, pero prolíficos…

Repitiéndome un poco, prueben a pinchar una noche Un buen día, Qué puedo hacer, La máquina de escribir, De viaje, Vas a verme por la tele, La playa, Alegrías del incendio, Pesadilla en el parque de atracciones, Segundo premio… e incluso Mi hermana pequeña, David y Claudia, Maniobra de evasión, Reunión en la cumbre, El artista madridista, Devuélveme la pasta… O escúchenlos en directo, son una enorme colección de singles que hacen bailar, cantar y saltar al personal. Sean malos o buenos, ¿qué más se le puede pedir a un grupo?

Hechas todas estas apreciaciones y presta a recibir sus ataques (o no), añadiré que Una ópera egipcia hace referencia a un superlativo empleado por los gitanos, algo como "el no va más". Y es que Jota y sus secuaces han vuelto a tirar por el flamenco aunque díganme si este tema no suena a "los mejores" Planetas, a los más clásicos.

Feliz viernes.


jueves, 3 de junio de 2010

El Ipod de Margaret Dumont

BRETT DENNEN: MAKE YOU CRAZY

¿Recuerdan aquella campaña de compresas (me parece) llamada “el bolso de…”? En ella mujeres como Silke o Rossy de Palma mostraban el contenido de su bolso, dando a entender que somos lo que llevamos en este complemento. Cuando empecé mi actual y provisional etapa de trabajo tuve la oportunidad de conocer el contenido del Ipod de mi jefa, que se lo enumeraba a alguien supuestamente necesitado de ideas para llenar su reproductor. En su Ipod había música de Joaquín Sabina, Pereza, Mamá, los Jayhawks, un recopilatorio ochentero foráneo, Antonio Vega y más cosas que no recuerdo. ¿Qué conclusiones podemos extraer de este compendio de sonidos? ¿Qué perfil nos sugiere? Edad: entre 35-45; predilección por la música cantada en español; predilección por la movida y todo lo que suene a ella…

Creo firmemente que algunos somos lo que llevamos en nuestro mp3 (dejemos a un lado lo del Ipod, que algún día les comentaré por qué este aparatito me parece uno de los inventos más sobrevalorados del siglo). Yo me inicié con un reproductor mp3 de 2 gigas que me ha acompañado muchísimo, especialmente en el coche, y que me enseñó a afinar mucho el orden de prioridades debido a su reducida capacidad. Qué pongo, qué quito, de dónde saco 125 megas para meter este disco, es absolutamente imprescindible este otro… Por eso un día me pasé al Ipod y ya que estábamos, opté por una capacidad sobrada y es que para mí, amiguitos, estos dispositivos son una biblioteca ambulante o aún más, son como mi concha de caracol. En él tengo todo lo que necesito, audiovisualmente hablando; no sólo novedades o clásicos imprescindibles sino todos esos discos que en algún momento quiero escuchar porque me hacen feliz. Junto a descargas recientes en periodo de evaluación, cositas que durante un tiempo suenan a todas horas, discos que no están mal, otros que escuchas una vez y ya no vuelven a sonar… ya saben, la vida misma. La vida misma desde hace 10 años porque éste es para mí uno de los síntomas más flagrantes de lo mucho que han cambiado las cosas en la última década.


Procedo a enumerarles lo que llevo en mi Ipod color púrpura (16 gigas dan para mucho):

- Muchachito Bombo Infierno (discografía completa)
- Joaquín Sabina (Vinagre y rosas)
- Serge Gainsbourg (5 primeros discos)
- France Gall (varias canciones)
- Franco Battiato (un recopilatorio casero)
- La Dama se esconde (Armarios y camas y un Grandes éxitos)
- Françoise Hardy (canciones en inglés y el doble de Grandes éxitos en Vogue)
- Manolo García (Saldremos a la lluvia)
- The Jayhawks (Tomorrow the green grass)
- Brendan Benson (My old familiar friend)
- Jay jay johanson (Anthena)
- Harlan T. Bobo (Too much love)
- Richard Hawley (Coles Corner)
- Nacho Vegas (discografía completa)
- Burt Bacharach (triple recopilatorio)
- Renato Carosone (grandes éxitos)
- Delafé y las Flores azules (vs Las Trompetas de la Muerte)
- Cooper (Aeropuerto)
- Eli Paperboy Reed (Come and get it)
- Kitty Daisy and Lewis (Kitty Daisy and Lewis)
- Nicola di Bari (grandes éxitos)
- Julio Bustamante (Material volátil y Lluvia cascabel)
- Christina Rosenvinge (Que me parta un rayo)
- La Bien Querida (Cancionero)
- Grupo de expertos solynieve (Alegato Meridional)
- Loquillo (Los tiempos están cambiando y Rarezas)
- BSO Alicia en el país de las Maravillas (Disney), Los tres caballeros y Slumdog Millionaire
- Carmen Miranda (varios)
- She and Him (Volume One y Volume Two)
- Señor Chinarro
- Georgie Fame
- Recopilatorios VVAA: El soul es una droga, Yeyé a gogó, 30 años de Flor de Pasión, Chicas yeyé y 100% British Mod
- Bruno Lomas (grandes éxitos)
- Al Wilson
- Amy Winehouse (toda su discografía)
- Britney Spears (grandes éxitos)
- Mark Ronson
- The Ting Tings (We started nothing)
- Benjamin Biolay (La Superbe)
- Carla Bruni (Comme si de rien n’était)
- Duffy (Rockferry)
- April March
- Enrique Morente (Omega)
- Lola Flores (Grandes éxitos)
- Martirio (He visto color por sevillanas)
- Ash
- La Cabra Mecánica (Carne de canción)
- Bobby Darin (grandes éxitos)
- Dominique A (La musique)
- Francesco de Gregori (Rimmel)
- Gelu (grandes éxitos)
- Jacques Brel (grandes éxitos)
- Ramoncín (Al límite, vivo y salvaje)
- The Mary Onettes (toda la discografía)
- The Who (grandes éxitos)
- The Plain White T’s
- Canciones sueltas que me gustan: Gigliola Cinquetti, Juliette Gréco, Gnarls Barkley, Mando Diao, Brett Dennen, Josele Santiago, Raimon, Los Brincos, La Casa Azul, Love.

Y más cosillas que se me quedan en el tintero por el sistema de clasificación del Ipod. A esto súmenle en la sección “películas”, Los cuatros cocos, 27 videos de Françoise Hardy, unos cuantos de Sylvie Vartan, Jacques Dutronc, France Gall y Gainsbourg, un par de anuncios y 38 imitaciones de Martes y Trece; en la sección podcasts todos los “Cowboys de medianoche”, algún “Milenio 3”, “SER Consumidores”, “El guirigay”, “Flor de pasión” y Los conciertos de Radio 3 (Los Del Tonos, Josele Santiago y Loquillo); y en la sección “Fotos” un puñado de instantáneas personales cuyo contenido me reservo (sólo les diré que no hay presencia humana en ellas).

Les acabo de regalar un secreto con cierto grado de intimidad. ¿Les da esto una idea de mi perfil absolutamente caótico y descerebrado? ¿Les parece una concha de caracol extraña y pesada? ¿Qué llevan en su mp3, si es que tienen uno?

Para terminar bien la semana, les regalo también una de esas canciones “sueltas” que me gustan y que además huele a verano. La pillé al vuelo en una recomendación de Radio 3 cuando todavía iba en coche a trabajar y aprovechaba los semáforos para apuntarme cosas. Y el Ipod no había llegado a mi vida.

lunes, 31 de mayo de 2010

Recomendaciones editoriales

SUGARFREE: SCUSA MA TI CHIAMO AMORE
Perdona si lo llamo literatura


Si éste no es un blog de cine, queridos amiguitos del alma, menos aún lo es de crítica literaria pero como es mi coto privado de caza, me salto mis propias normas y hoy traigo a la palestra un libro que está despertando mi indignación últimamente. También hablaremos de canciones, también, no se me inquieten y esperen al final.

Una, devoradora del chick-lit de Marian Keyes y desprovista (casi) por completo de prejuicios en estos menesteres (eso sí, no me den ustedes El diario de Bridget Jones que me sale urticaria), se lanzó con cierto interés a ese libro que en Italia hace furor y que se acaba de estrenar en el cine: Perdona si te llamo amor. Estos días su autor ha firmado ejemplares en la Feria del Libro y decenas de adolescentes han hecho cola para conocer a alguien que “te hace volver a creer en el amor”. Me gustó el título, me hizo pensar en una historia romanticona y entretenida, suficiente para mis tardes-noches de hastío entresemanales. O eso pensé yo.

Perdona si te llamo amor está escrita por un periodista hijo de periodista, Federico Moccia, que se ha considerado suficientemente dotado también para dirigir la película de su novela, y que ha registrado ventas millonarias con este libro, con su debut Tres metros sobre el suelo, y el posterior, la secuela Perdona pero quiero casarme contigo.

Nos encontramos aquí con Alessandro, un publicista guapo, triunfador, amable, brillante aunque no pedante, seductor pero no promiscuo, con un toque de estilo que le lleva a combinar Adidas con traje de chaqueta y le hace supuestamente irresistible. Ya lo decía Clandestino Menéndez en una de sus Críticas Acompasadas, centrada en De todo lo visible y lo invisible de Lucía Etxebarría: vale que el autor se proyecte en su protagonista, pero córtate un poco y no te pintes como alguien estupendo que todo lo hace bien. Viendo la estudiada foto de Moccia en la contraportada uno cree estar viendo a Alessandro y produce cierto sonrojo ajeno el tosco autorretrato contenido en este personaje que, sin un ápice de espesor psicológico, nos recuerda a un dibujo de Jordi Labanda o a un maniquí de Armani Man. Por cierto, la egolatría de Federico Moccia llega hasta el punto de citarse a sí mismo en los diálogos de las adolescentes y sin rastro de ironías o autocrítica. Debe de considerarse un referente entre la muchachada.

A Alessandro lo abandona su novia nada más empezar la historia y sufre un absurdo accidente en su coche contra una adolescente que resultará ser su gran amor. La novia ni está, ni se la espera, aunque su ex la miente a diario parece que todo se le olvida cuando ve a la púber cuya verborrea me hace sentir ganas de abofetearla a los 5 minutos o de enviarla interna a Guadalajara. Pero él no, nuestro brillante creativo se enamora… Niki es majísima (aunque no hay quien la aguante, francamente), guapísima (aunque el autor no dedica ni una línea a describirla, sólo sabemos que lleva melena) y se propone casarse con el publicista en cuanto lo ve.

Especialmente vergonzantes son sus diálogos iniciales en el coche, en situaciones absolutamente increíbles. Algo tipo, “quita la radio”, “no quiero”, “¿por qué?”, “porque es nuestra canción”, “si no te conozco de nada…” Lo normal, vamos. Y es que Niki, amiguitos, tiene la particularidad de no dar puntada sin hilo, es decir, TODO lo que dice es sesudo, con toques de ironía precoz, inteligente, chispeante… ¿Nadie recuerda que los adolescentes son las personitas más insufribles sobre la tierra?

Un casi cuarentañero recogiendo a una menor en el instituto, los padres de la menor que se conforman con un sms como explicación a sus llegadas de madrugada a casa, una menor que se prenda de un cuarentañero, cuando todos los mayores de 30 sabemos que los adolescentes nos ven como supervivientes de la primera glaciación… Alguien debería explicarle a Moccia la diferencia entre real y verídico, porque la delgada línea que une estos conceptos se ve aquí groseramente pisoteada, eso sí, con Adidas.

A Alessandro le han encargado una campaña multimillonaria en competición con otro cerebrito de su empresa y aunque el protagonista es supuestamente autor de campañas de Nike (ahí te has pasado, Moccia), recurre a la ayuda de Niki, que no sólo es valiosa sino que es brillante y fundamental para ganar la campaña. Y aún hay más, como Niki no dibuja, su amiguita Olly (una jovencita con una sorprendente naturalidad para describir sus técnicas amatorias en las que es una maestra, vamos, lo normal) le prepara unos dibujos, que, adivínenlo, hacen temblar de emoción al mismísimo dueño de la agencia. Ah, la potente campaña de publicidad se despacha con dos ilustraciones hechas a mano y Alessando ni se toma la molestia de asistir a la reunión para presentarla, “me voy a mezclarme entre la gente”, le dice a su jefe, y éste se queda tan contento. Todo en una línea muy realista, como podrán comprobar. Sin mencionar que Alex presenta a Niki a su jefazo, “ésta es una colaboradora”, en fin, neorrealismo italiano.

Luego viene el polvete entre los jazmines, la absoluta maestría de Nikki en la cama a pesar de sus 17 años y su única experiencia sexual previa, una especie de crisis de los 40 de sus padres, las hilarantes (por patéticas) escenas de la pandilla de amiguitas… Por cierto, la pandilla de amiguitas tan simplonamente concebida como el resto de personajes: la putita, la virgen, la estudiosa y la deportista alocada inteligente, que es nuestra Niki. No sigo. Entre otras cosas, porque no me lo pienso terminar de leer, ya he perdido mucho tiempo en esta vida y como decía (creo) Borges, me entra ansiedad cuando pienso en todas las obras maestras que ya no me dará tiempo a leer.

Lo olvidaba, no me voy sin añadir que esta prosa hilada con cuatro o cinco verbos básicos y otros tantos adjetivos está salpicada de referencias metidas con calzador: cantantes populares italianos al nivel de Alejandro Sanz (¿se imaginan citando en una novela “tiritas pá este corazón partío”?), algo de Dylan, algún autor más o menos conocido que surge en escenas que dan risa, al estilo “el protagonista se levanta mentando a Bryce Echenique, y algo de cine (Closer, una y otra vez, y bodrios comerciales americanos).

Pero Moccia también recurre a un manidísimo (aunque no por ello menos maravilloso) clásico y es ahí donde comete un fallo imperdonable que procedo a explicarles. Alessandro camina desesperado por un puente y recuerda a James Stewart en Qué bello es vivir, oh sí, se siente identificado con ese George Bailey a punto de tirarse al río porque el destino le es hostil a pesar de haberse entregado a los demás toda su vida. Y Alex recuerda a Clarence, el ángel que decide mostrarle a Bailey lo que hubiera sido la vida de sus allegados si él no hubiera nacido, empezando por que su hermano habría fallecido a los 7 años al caer del trineo al agua helada, si George no hubiera estado allí para salvarle. Pero Alessandro no debe de recordar bien la escena, ya que dice “su hermano no habría nacido de no haber estado él allí”. Mi querido Federico, para citar una película hay que haberla visto y como se presupone que te ha marcado, hay que conocerla al dedillo y si no es así, uno la revisa, una o setenta veces siete. Por otra parte, si estuvieras citando un minoritario producto indo-pakistaní se te perdonaría (entre otras cosas, ninguno de tus lectores te pillaría el fallo, ni yo misma) pero no debes olvidar que Qué bello es vivir se proyecta todas las Navidades desde el año 60 y pico en todos los canales de todas las televisiones del mundo… Y para terminar, es imposible que el hermano de George Bailey no hubiera nacido de no haber estado Bailey allí, a no ser que el personaje de Stewart tuviera conocimientos de Obstetricia… ¿Eso se llama un error de coherencia?

Pero sin duda lo peor que tiene esta obra no es su lenguaje propio de patio escolar, ni su apabullante colección de tópicos sobre el amor, los adolescentes, estereotipos laborales, ni su condición de guía del ocio de Roma al citar insistemente cientos de locales de copas y restaurantes, ni la increíble historia que en ella se cuenta, ni el torpe desarrollo de los hechos. Lo realmente imperdonable, por supuesto desde mi humilde punto de vista, es que esta prosa es soporífera. Ni libro de aeropuerto, ni relax en las tardes de verano, ni apto para románticos. Un truño tedioso, eso es lo que es Perdona si te llamo amor.

Como el cine está muy caro, voy a hacerles un favor y aquí les pego una crónica de la película Perdona si te llamo amor y no me iré sin aclarar algo sobre el título que, como ya he dicho, es lo que más me gusta de la novela.

http://www.cine.fanzinedigital.com/6358_1-Perdona_si_te_llamo_amor.html

En realidad la novela debería titularse “Perdona, pero te llamo amor”, ya que la frasecilla surge de un diálogo edulcorado entre Niki y Alessandro, algo así como (cito de memoria):
Ella: Mañana nos vemos, amor.
Él: ¿Qué? ¿Qué has dicho?
Ella: Que me tengo que ir.
Él: No, repite lo último que has dicho.
Ella: Ah, lo siento si no te gusta. Perdona pero yo te llamo amor.
En fin…

Durante todo el libro, el moderno Federico Moccia cita a grupos y cantantes italiano para adolescentes y a algún veterano como Eros Ramazotti o Lucio Battisti, que es lo que podríamos llamar banda sonora del romance ya que a Alex y a Niki les encanta. Junto a ellos, Niki menciona de pasada a Prodigy y varias veces a Robbie Williams. Ante semejante panorama, traigo al grupo que ha compuesto el tema central de la película que, ya ven, se deja oir... Muy al estilo de los temas centrales ochenteros que escuchamos en tantas y tantas películas de nuestra juventud.

Ayer veía las imágenes de Federico Moccia en la feria del libro, con la misma gorra que luce en la contraportada de la novela que ha conseguido acabar con mi paciencia. Leo que según la leyenda marquetiniana, la sobrina de no sé qué productor italiano fue la que habló a su tío de aquella historia que la había cautivado y el propio escritor afirma que no se creía lo que estaba oyendo cuando recibió la llamada del productor. Desde luego, es para no creérselo.

Feliz lunes. Les dejo con Sugarfree (atención, momento Los Caños).

jueves, 20 de mayo de 2010

Bajo la ciudad

SERGE GAINSBOURG: LE POINÇONNEUR DES LILAS
Sous mon ciel de faillances,
je ne vois briller que des correspondances


Últimamente viajo mucho en metro, por motivos de trabajo. Desde mis tiempos de facultad no había vuelto a utilizar este medio de transporte y ahora lo hago más o menos una vez a la semana, siempre con el mismo trayecto: de mi oficina a un hospital y viceversa. Hago un transbordo, pasando de una línea moderna a otra de las antiguas, la misma que hace dos años causó un trágico accidente en el que murieron casi 50 personas.

La cuestión es que en el transbordo, en el recorrido entre tren y tren que apenas dura un minuto, hay una cafetería muy escondida, diminuta, con una barrita y un par de sillas. Les podría decir, si esto fuera una película americana, aquello de "donde sirven la mejor bollería de la ciudad" pero no llego a tanto. Sí es escandalosamente barata y cuando el tiempo me lo permite (y si no también, qué demonios) suelo pararme a tomar algo. El tipo que regenta el mini-bar es también pequeño y muy serio, sin concesiones al buen humor o a las sonrisas. Creo que es argentino.

Me resulta curioso sentarme en una de las sillas a masticar y tomar café mientras veo pasar a toda esa gente que me mira con cara de extrañeza. Deben de pensar que hay sitios más atractivos en el exterior pero a mí me gusta quedarme en esa especie de limbo entre trenes, entre recorridos, en mitad de la rutina. Y observo ese pequeño submundo, la cafetería minúscula y una tienda de caramelos enfrente, en la que casi nunca veo entrar a nadie.

Aunque no me gusta repetirme, es inevitable recurrir a Gainsbourg y Le poinçonneur des Lilas, ya saben, la miserable historia del revisor que vive atrapado entre paradas y transbordos y que sólo ve los agujeros de los billetes, pensando en un agujero por el que escapar algún día de su existencia gris. Hoy sonaba esta canción en mi Ipod mientras hacía mi trayecto habitual de metros y autobuses, con la cabeza en otro sitio y los ojos igualmente perdidos. Qué maravilla de tema, no me canso de oírlo, adoro a este hombre.

Feliz jueves.

lunes, 17 de mayo de 2010

Hoy

LEONARDO FAVIO: CHIQUILLADA
Pantalón cortito, bolsita de mis recuerdos


(Entrada susceptible de ser actualizada)


Internet en casa, en el trabajo, everywhere.

Los correos electrónicos, los adjuntos, los virus.

La discografía de los Beatles en un dvd.

El mp3 en sus múltiples variantes.

Las descargas de música. En 5 minutos te haces con la discografía de Elvis. En 10, con su filmografía.

Una casa de 130 metros cuadrados, con una biblioteca llena de recuerdos.

Adiós al viejo Corsa.

Adiós al vídeo VHS, bienvenido DVD grabador.

El 3D en el cine.

El pelo oscuro.

Las agencias, las porcelanas y el Inem.

Grecia, Marruecos, Nueva York.

Adiós a Paul Newman, a Charlton Heston, Antonio Vega, López Vázquez, Fernan-Gómez, Vázquez Montalbán, Michael Jackson, George Harrison, Terenci, Gregory Peck, Umbral, la Jurado, la Dúrcal. Me dejo a muchos.

Fotos y música en un móvil.

Fotos que se pueden ver sin revelar el carrete.

Adiós al Tyris, el Serrano, el Artis, el Rex, el Aula 7, el Acteón, los Aragón, el Metropol, los ABC Martí y desde ayer, a los Albatros.

Una Liga, una copa, una Europa League y varias finales de Champions.

El 11-S y el 11-M. La crisis. Bush, Obama, Zapatero, Sarkozy.

Nuevas incorporaciones: Miguel, Marcos, Ania, Nicolás (x 2), Maya, Laura, Juan, Mencía, Claudia, Lola, Bruno...

La TDT.

Adiós a Antonio, Juan, Justo, Vicente O., José Justo, Efraín, Mercedes, Eduardo. Me dejo a algunos.

El sol, las terrazas, las dulces tardes de invierno, las mañanas en la playa con amigos, las películas en el sofá por la noche, los programas que te hacen reír, las manitas de cerdo, las cabezas de cordero, las risas, los almuerzos con más amigos, las lágrimas y los momentos duros, los entierros. La vida.



miércoles, 28 de abril de 2010

Qué hacer si te toca la lotería

DOMINIQUE A: LES ENFANTS DU PIRÉE
Noyés de bleu sur un ciel bleu


Durante ocho horas al día tengo frente a mí un ventanal que me ofrece una panorámica de una tranquila plaza de la ciudad, con un edificio emblemático que hace de ésta lo que se suele llamar una “vista privilegiada”. Desde hace unos días el cuadro se completa con un maravilloso pedazo de cielo azul que, cuando las horas pasan más lentas, me invita a admirarlo y perderme en ensoñaciones. Y cuando pienso en azul siempre pienso en Grecia, irremediablemente, en aguas turquesas con miles de matices, en cielos que parecen un decorado, en casitas blancas, en ropa tendida al sol, en ventanucos a través de los cuales la palabra “indolencia” adquiere un nuevo significado. Lástima que últimamente cuando oigo hablar de Grecia no sea precisamente por la belleza de sus paisajes costeros.


El otro día me compré dos libros que, sin yo tenerlo previsto, me han vuelto a transportar a tierras helénicas. Été es una colección de reflexiones de Albert Camus sobre el Mediterráneo, desde su tierra Natal, Argel, hasta Italia, y el autor consigue reflejar la luz y la vida de las ciudades de playa con pinceladas certeras en las que nada sobra. Por otra parte, un clásico de mi adolescencia, Mi familia y otros animales, en el que Gerald Durrell retrata con ironía las andanzas de su clan en la isla de Corfú, con descacharrante escenas de la idiosincrasia griega contrapuesta a la británica, pero también preciosas descripciones de la isla.


Eddie Salem es el pseudónimo con el que Georges Moustaki da sus primeros pasos en los primeros 60s, primero con un disco egipcio y luego con otro griego, Les enfants du Pirée. Años después Dominique A retomaría este clásico con una versión que en nada desluce la original, capaz de transmitir todas las sensaciones que he mencionado, las que al menos a mí me produce Grecia y el recuerdo de un viaje archivado en la categoría de “un día volveré”.

Cierren los ojos y llénense de azul.
Feliz miércoles.


miércoles, 21 de abril de 2010

El verano ha desaparecido

DION AND THE BELMONTS: I WONDER WHY
Who wrote the book of love?


Era una noche oscura y gélida. Dentro del pequeño recinto pudo ver que fuera yacían cadáveres y aquel habitáculo le pareció el último reducto de vida en medio de un desastre nuclear. Se resignó a esperar y subió el volumen de la radio, en la que terminaba de sonar una joya cantada por Françoise Hardy, la versión de Catch a fallin’ star.


Y resultó ser un programa en el que dos locutores simplemente pinchaban canciones que les hacían felices, explicando, o no, el porqué. Y comenzó a sonar el I wonder why en versión de Dion and the Belmonts y tuvo una regresión a muchos años atrás, cuando compró un recopilatorio del grupo en un viaje al Reino Unido. Porque tiempo atrás un amigo había incluido esta canción en una grabación casera de rock y dowoop, en una cinta de lo que por aquel entonces todavía era Continente. Era aquel rocker que trabajaba de camarero en locales para turistas estivales, el que se peinaba tupé y a pesar de sus excentricidades era “buen chaval”, según decía la clientela. El mismo que tiempo después dejaría embarazada a su novia y bautizaría a la criatura como Aarón, “porque Elvis se llamaba Elvis Aaron Presley”.

Por aquel entonces si ibas a Guarapito era obligado pasarse por el Bahía, sólo dos pubs más allá. Por las tardes se jugaba al tetris y por las noches se miraba a los rockers bailar. “Mira, tienes que poner las manos así, es muy fácil”. Y aquel rocker con muletas dio la vuelta a la rotonda cuando ya se iba a casa en su coche sólo para decirle que le gustaba. Nunca volvió a verles y cuando, ya en casa, buscó aquella cinta grabada con canciones mágicas, no la encontró.

Pero cuando trató de localizar el programa de radio en la parrilla correspondiente le fue imposible encontrarlo y tampoco volvió a escuchar a los locutores amables que compartían canciones bonitas en la oscuridad de un desastre nuclear.

Así que recuperó, eso sí, el recopilatorio de Dion and the Belmonts y se dio cuenta de que esta canción sabía a verano.




miércoles, 10 de marzo de 2010

Tras la lluvia, el arcoiris

NICOLA DI BARI: I GIORNI DELL'ARCOBALENO
Los días del arcoiris




Si en estos momentos me pagaran por escribir un blog pueden estar bien seguros de que me dedicaría a analizar las cosas que han cambiado con el paso del tiempo, lo que ya nunca será como antes y todo lo que no entiendo de la "vida moderna". De hecho, no descarto aburrirles con algún capítulo de estas reflexiones mías, que no conducen a nada.

Pero como empecé con aquello de las canciones y nadie me obliga a nada, ni me extenderé en mis anacronismos personales ni abundaré en la obscena crónica íntima que me ha hecho alejarme en muchas ocasiones de mis propósitos. Para todos los que en algún momento dicen haber descubierto temazos en este blog, hoy traigo a Nicola Di Bari y la maravillosa I giorni dell'arcobaleno, con la que el italiano ganó el festival de San Remo en 1972 y se presentó a Eurovisión ese mismo año.

Yo nunca he sido muy aficionada a la canción italiana pero debo decir que cuando escuché por primera vez esta canción me enganché a ella. Y le debo el favor al fiscal Eduardo Torres-Dulce, contertulio en cierto programa que escucho en podcast, merced a esos tiempos modernos que tanto me inquietan. Pero eso es otra historia...

La voz de Nicola Di Bari es increíble, uno cree que está cantándole al oído y parece que ninguna escucha se parece a otra, como si fueran pequeñas interpretaciones en directo cada vez que suena este tema. En Internet afirman que tras sus gafotas de Buddy Holly, el joven Di Bari lloraba mientras cantaba en San Remo. Juzguen por sí mismos, en directo y en estudio. Pónganse los auriculares y disfuten.