Who wrote the book of love?
Era una noche oscura y gélida. Dentro del pequeño recinto pudo ver que fuera yacían cadáveres y aquel habitáculo le pareció el último reducto de vida en medio de un desastre nuclear. Se resignó a esperar y subió el volumen de la radio, en la que terminaba de sonar una joya cantada por Françoise Hardy, la versión de Catch a fallin’ star.
Y resultó ser un programa en el que dos locutores simplemente pinchaban canciones que les hacían felices, explicando, o no, el porqué. Y comenzó a sonar el I wonder why en versión de Dion and the Belmonts y tuvo una regresión a muchos años atrás, cuando compró un recopilatorio del grupo en un viaje al Reino Unido. Porque tiempo atrás un amigo había incluido esta canción en una grabación casera de rock y dowoop, en una cinta de lo que por aquel entonces todavía era Continente. Era aquel rocker que trabajaba de camarero en locales para turistas estivales, el que se peinaba tupé y a pesar de sus excentricidades era “buen chaval”, según decía la clientela. El mismo que tiempo después dejaría embarazada a su novia y bautizaría a la criatura como Aarón, “porque Elvis se llamaba Elvis Aaron Presley”.
Por aquel entonces si ibas a Guarapito era obligado pasarse por el Bahía, sólo dos pubs más allá. Por las tardes se jugaba al tetris y por las noches se miraba a los rockers bailar. “Mira, tienes que poner las manos así, es muy fácil”. Y aquel rocker con muletas dio la vuelta a la rotonda cuando ya se iba a casa en su coche sólo para decirle que le gustaba. Nunca volvió a verles y cuando, ya en casa, buscó aquella cinta grabada con canciones mágicas, no la encontró.
Pero cuando trató de localizar el programa de radio en la parrilla correspondiente le fue imposible encontrarlo y tampoco volvió a escuchar a los locutores amables que compartían canciones bonitas en la oscuridad de un desastre nuclear.
Así que recuperó, eso sí, el recopilatorio de Dion and the Belmonts y se dio cuenta de que esta canción sabía a verano.
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