Que no dejas que te quieran, sólo quieres que te abracen
Ayer me dijeron que no cierro las historias de amor. Que viven dentro de mí y las arrastro como una losa pesada que, esto lo digo yo, cada vez me dificulta más seguir caminando. Parece ser que cuando algún ser querido muere se incrementa la sensibilidad y se intensifica el dolor de cualquier abandono, ya sea por una ruptura o simplemente, la pérdida de una amistad por el paso del tiempo. Se me ocurre que uno asume la muerte pero se resiste a asumir cualquier otra marcha, como si dijeras "ya he perdido a alguien, no estoy dispuesta a perder a nadie más". Y los recuerdos no aparecen como pensamientos agradables a medio evocar, sino como un lastre pesado que ensucia la memoria e impide pensar con claridad. Qué cosas.

Afortunadamente, hace un tiempo que borré un sms que recibí una noche de septiembre, viendo a Ferreiro en directo, que sólo decía la luna, tú y yo expectantes a que pase algún cometa o baje un platillo volante. Nunca pensé que 165 caracteres pudieran pesar una tonelada y menos en el alma.
Y por cierto, que la canción la escribió Iván para su hermano Amaro, así que no parece precisamente una declaración de amor. Pero no puedo evitar sentirme retratada, con o sin historia de amor. Será cuestión de ir borrándola pero no sé muy bien cómo. Dejemos que corra el aire y digámonos adiós.
En cualquier caso, un temazo dentro de un disco enorme.
Feliz miércoles con olor a jueves.
Iván Ferreiro: Turnedo
(Canciones para el tiempo y la distancia, 2005)
No hay comentarios:
Publicar un comentario