JOAQUÍN SABINA: CABALLO DE CARTÓN
Tirso de Molina, Sol, Gran Vía, Tribunal
El primer contacto que tuve con Joaquín Sabina fue a través del doble lp en directo Sabina y Viceversa, en el que el de Úbeda repasaba su primera etapa discográfica, en un repertorio compuesto por temas que para mí hoy son prácticamente himnos. Todavía rezumaban sus textos urbanismo melancólico y ese sentimiento tan springstiniano de odiar esa ciudad fuera de la que uno se encuentra perdido. Madrid, el infierno y el paraíso, como rezaba la famosa canción cuidadosamente modificada para el concierto: cuando la muerte venga a visitarme, no me despiertes, déjame dormir, aquí he vivido, aquí quiero quedarme. El disco sonó incesantemente en el coche de mi padre y él nunca le perdonó esa bajada de pantalones ante el público madrileño, cuando los versos originales decían que me lleven al sur donde nací, aquí no queda sitio para nadie.
El tiempo pasa y Sabina se va convirtiendo en un icono de algo, de un tiempo perdido, de una mentalidad de ciudad que se va apoderando de mi alma... Y como sucede con el cine americano, vas por Madrid y la mirada observadora se detiene en lugares mencionados en las canciones de Joaquín.
De aquella época, me quedo con una canción que me sigue estremeciendo, por su sencillez y porque afortunadamente él ha decidido no retomarla en sus multitudinarios directos, desvirtuando su significado como ha sucedido con Princesa y otras de la época. Caballo de cartón habla de la rutina que millones de seres anónimos seguimos a diario: suena el despertador, te arrastras a meterte cafeína en vena y esperas que el agua de la ducha te despeje un poco, refunfuñas en el tráfico de la mañana, saludas a los compañeros, mientras tus manos archivan tu mente empieza a navegar, aguantas las bromas de siempre, el café, la comida, cuentas las horas de la tarde, el último sprint para las siete... De nuevo a refunfuñar y cuando llegas a casa en el mejor de los casos tienes algo que hacer y te engañas pensando que no todo es trabajar, o igual no hay nada para matar la tarde, y cae la noche y te preparas para dormir eligiendo qué pensamientos acariciar para que llegue Morfeo. Un día menos. Y de nuevo al día siguiente, cada mañana bostezas, amenazas al despertador y te levantas gruñendo cuando todavía duerme el sol....
Caballo de cartón habla de la redención del amor, de cómo entre la rutina gris y áspera, entre despertadores, paradas de metro, bufandas para combatir el frío y ordenadores, surgen diminutos rayos de luz reflejados en risas con amigos, caricias, viernes por la tarde liberadores. Siempre llega el fin de semana y siempre hay una mirada reconfortante. Me podrán robar tus días, tus noches no.
Y sobre todo, en Caballo de cartón nos encontramos a un Sabina sobrio (estilísticamente), como corresponde a un trovador urbano, con esa voz peculiar (Dylan tampoco canta bien) que todavía no se había consumido. Tanto en estudio como en directo, la leyenda todavía no le precede y deja que las canciones se antepongan a su personalidad de estrella. Como debe ser. Sin alardes de popularidad, sin chistes que no tienen gracia y con el talento que le corresponde, mayor de lo que muchos opinan y menor de lo que él pretende en los últimos tiempos.
Por un viernes que, quién sabe, para algunos sabe a lunes.
Por una promesa por fin cumplida.
Por el lunes que queda lejos en el horizonte y por la memoria de días mejores en los que sonaba este disco en directo de fondo.
Feliz viernes. :)
Joaquín Sabina: Caballo de cartón (Sabina y Viceversa, 1986)
Joaquín Sabina: Caballo de cartón (Ruleta Rusa, 1984)
2 comentarios:
En los últimos días he vuelto tres veces desde la estación de Atocha a casa, y ahí me las como seguidas: Tirso de Molina-Sol-Gran Vía-Tribunal. Es la única sucesión de más de dos paradas que me sé de memoria, y recuerdo que hace ocho añitos, cuando volví sabinopatizado de hacer las Américas a mi manera y pasé una semana en Madrid, donde nunca había parado, subido en el metro me di cuenta del sentido de esa parte de la canción. Y se me abrió la boca como un bobo. 'Caballo de cartón' ya me encantaba desde antes.
Estoy de acuerdo con tu padre. Para mí Joaquinito -ya se mejicanisó- es el prototipo de vendido, y eso que en esa época de 'Viceversa' todavía no lo era tanto; su fin definitivo llegó cuando sacó un disco doble en 2003, 'Diario de un peatón', que incluía el sencillo de 2002, 'Dímelo en la calle'; así que los fans gilipollas -como tales nos tomó él- que habíamos comprado el primero tuvimos que comprarlo otra vez pocos meses después para conseguir la parte inédita del segundo -no precisamente a mitad de precio, no-, cosa que, en aras de no seguir avanzando en mi gilipollez, yo me negué a hacer. Pero de qué vas, cacho jeta.
Como artista de la letra y de mucho más, según este humilde garabato de hermano Marx, tiene pocos que se le parezcan. Pero siento cero ganas de conocerle, como a la gran mayoría de mis admirados de diversos campos. Te admiro desde fuera o en mis altavoces, e incluso en mis cantos en plena ducha, pero sólo mientras dure el concierto.
Eso sí, 'Princesa'... mucho, mucho mejor la versión directa de 'Nos sobran los motivos'.
Y un voto que nadie ha pedido: al mejor disco de la historia cantado por un tío sin voz, que es una paradoja buena: '19 días y 500 noches'. ¿Incluso la obra cumbre sabiniana? Anda que no he pasado horas discutiéndolo con unos cuantos amigos. El veredicto: depende del día, jeje.
Para una vez que puedo opinar de algo tenía que soltarme un poco, jajaja... Valió la pena la espera, Margaret. Mañana bostezaremos un poco antes de que salga el sol, pero con mejor cara, a su salud. :)
Hmmm... interesantes temas para la reflexión... :)
Veamos, para mí Joaquinito se echó a perder con el "Yo, mi, me, conmigo", un disco flojo y probablemente una de las 10 portadas más espantosas de la historia. El "Física y química" ya sonaba a prefabricado pero aún rezumaba calidad. Los lanzamientos "ahora-os-saco-la-pasta-y-encima-pagais-a-gusto" como el que menciona usted o las cajas en las que te tienes que tragar toda la discografía a un precio nada módico, para tener UN disco de tomas falsas... son un auténtico timo para fans. Ahora bien, en nombre de San Teddy Bautista y el Arcángel Ramoncín, yo me compré "Diario de un peatón" en el top manta y lo volvería a hacer, 70 veces 7. Joaquinito, no te pases de listo...
La versión de "Princesa" en el segundo directo no me gusta, me suena tan perfecta que me chirría, ¿y qué es eso de hacer un mix con otra canción? No... desde que la cantó con Alejandro Sanz supe que esa canción había perdido todo su significado.
Finalmente, el "19 días y 500 noches" me parece un buen disco, pero no la obra cumbre sabiniana. Alterna enormes canciones con enormes bodrios y eso lo hace bueno, sin más. Eso sí, probablemente sea el mejor trabajo discográfico cantado con la voz de un pato de hojalata oxidado... eso no lo niego.
Hasta más ver y más leer, siempre un placer. ;)
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