Corcobado y Cría Cuervos: Pídele a Dios
No me gusta el bolero, es un género que no me atrae, por lento, ñoño y quizás propio de una época con la que no me identifico especialmente. Peeeeeeero (hay un pero, claro), ya lo dije una vez, cuando uno escucha boleros con atención, descubre letras bastante bien elaboradas, que posiblemente con otra escenografía musical brillan con luz propia. Voy más allá. Hay una vertiente del bolero que nada tiene que ver con el amor ni con las confesiones arrebatadas hacia una mujer imposible, son más bien letras de odio, resentimiento y mucha mucha sed de venganza. Y estos cantos a la amargura los descubrí gracias a Javier Corcobado y sus Boleros enfermos de amor.
Con Corcobado tengo una relación de amor-odio. Tengo varios discos de él y como he mencionado, sus versiones de boleros me enloquecen, pero así como algunas canciones suyas me encantan, otras me parecen tremendamente soporíferas y todas destilan un peligroso tufillo a pretensiones sin nada detrás. Es decir, que viene este señor y junta en unos versos palabras sonoras y potentes como "amor, odio, muerte, cielo, negro, sangre, roca, cadáver" y muchos le aplauden como un genio de nuestra poesía contemporánea. Ni tanto, ni tan calvo.
La cuestión es que, volviendo a lo nuestro, a mí sus dos discos de boleros me encantan. Compré la primera en vinilo y me presenté a un examen de inglés con él en una bolsa, con mis 19 añitos y para pasmo de la profesora cuando, muy amablemente, me preguntó qué había comprado y quiso ver el disco, con esa Olga Guillot invertida en portada. Un día descubrí que si lo escuchas a 45 rpm suena igualmente bien, incluso algunos temas ganan con el acelerón, pero eso ya es otra historia. Me sobra la broma del bolero de Ravel y también el único tema original firmado por Corcobado, el Enfermo de amor, pero en conjunto me parece un experimento interesante.
Como últimamente estoy atesorando discos que perdí hace tiempo por el cambio a cd o mp3, me siento muy feliz de haber recuperado los 2 volúmenes de boleros. He vuelto a escucharlos y he comprobado algo que ya sabía: que me los sé de memoria. Es casualidad pero estos días hablaba yo de este hombre y del efecto terapéutico de algunas canciones y no cabe duda, esto es el antídoto contra el desamor y en general, el desahogo de la rabia y el dolor. Pídele a Dios que me muera para quitarte de encima al más terrible enemigo. Dile que tienes conmigo una deuda tan enorme que jamás podrías pagarme. [...] Que yo viva es tu castigo pues mientras siga viviendo te voy a estar maldiciendo. Sobran las palabras. Sólo es comparable a si hace daño la bebida, más daño me hizo tu amor o a aquello que sonaba en Carne Trémula firmado por Albert Plá, yo quiero que tú sufras lo que yo sufro y aprenderé a rezar para lograrlo.
Son tiempos de terapias y de liberación emocional, así que aquí va un bolerazo de odio y rencor y que cada cual lo aplique a su gusto. ;)
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