GEORGES MOUSTAKI: LA LIGNE DROITE
Je ne t´attends pas au bout d´une ligne droite
Je ne t´attends pas au bout d´une ligne droite
Esta madrugada conducía yo de regreso a mi casa, viendo amanecer y temiéndome que entre aquellas nubes negras no se veía ni un rayo de sol, ni cantaban los pajaritos (que, por cierto, tanto odio después de una noche de excesos). Acerté y de nuevo, un día gris y húmedo que vuelve a alejar la perspectiva del 40 de mayo y hace que más bien esta tarde de domingo parezca un 40 de noviembre.
El caso es que decidí rescatar una cassette-reliquia que pulula por mi coche. No tiene ni pegatinas, se ha salido la cinta en más de una ocasión, está igual en el suelo que en la guantera o en un lateral de la puerta, y suena fatal, pero suena. Nunca deja de escucharse lo que en ella grabé hace unos años: canciones de Georges Moustaki. De nuevo me estremecí con Grand-père o Le métèque, que son temas de esos que uno tiene que escuchar con cierta frecuencia, para soñar con el brillo del mar Mediterráneo y con el recuerdo de los que ya no están.
Pero por derecho, se coló en mi cabeza otra canción, La ligne droite, y supe que hoy estaría hablando de ella al vacío cibernético. Moustaki es un gran escritor de canciones de amor y en ésta se dirige a una mujer que le espera al final de un camino tortuoso, porque no todas las historias son fáciles y previsibles. "Las personas no somos lineales", me decía el otro día un buen amigo. Y pienso en el arranque de esta canción: Je ne t´attends pas au bout d´une ligne droite, je sais qu´il faudra faire encore des détours. He tardado muchos años en aprender esa verdad, que aunque nos esforcemos para que no sea así, la vida está llena de curvas, desvíos, atajos y caminos nuevos, que uno nunca hubiera soñado transitar. Y no se llega siempre al destino por la vía conocida.
Moustaki canta a una mujer adulta, como él, que le espera en sus días de madurez para contarle sus triunfos y sus derrotas, alguien que, tome los desvíos que tome, siempre estará al final de sus viajes. Y qué mejor cierre de canción que la voz personalísima de su gran amiga, Barbara, que aparece como broche final de la versión en estudio de este tema (en la que he colgado no está, porque se trata de un directo). Esta mujer, fallecida prematuramente hace pocos años y muy reconocida en Francia, grabó a su vez su propia versión de La ligne droite, imprimiéndole un carácter totalmente distinto.
Por los encuentros y desencuentros a lo largo de los años, por las carreteras escondidas, por los amaneceres nublados y por las ganas que tenía de traducir esta letra, feliz inicio de semana lluviosa. :)
Georges Moustaki: La ligne droite (1986)
La línea recta
No te espero al final de una línea recta.
Sé que todavía tengo que tomar desvíos
y ver pasar días y días,
pero sin que nada apague nuestra prisa.
Llueve en mi casa, en la tuya el sol es de plomo.
¿Cuándo podremos por fin casar nuestras estaciones?
¿Cuándo podremos volver juntos a casa?
Tenemos tiempo pero ¿por qué es tan largo?
A veces mis ropas están manchadas de polvo
y del perfume ajado de los amores pasajeros
que han aligerado un poco mi soledad,
al alba de mis noches en blanco y solitarias.
Y tú, hermoso amor, dime si ha habido hombres
que hayan hecho tu vida un poco menos monótona,
que te ayuden a soportar el invierno tras el otoño
y los silencios obstinados del teléfono.
Nos contaremos nuestros triunfos, nuestras celebraciones,
pero cómo confesarnos todas nuestras derrotas.
La angustia que nos retiene, la angustia que nos acecha
y se cuelga de cada pensamiento y cada gesto.
Sé que estarás al final de mis viajes.
Sé que vendrás a pesar de todos los desvíos.
Dormiremos juntos y haremos el amor
en un mundo reinventado... a nuestra imagen.
No te espero al final de una línea recta.
Sé que todavía tengo que tomar desvíos
y ver pasar días y días,
pero sin que nada apague nuestra prisa.
Llueve en mi casa, en la tuya el sol es de plomo.
¿Cuándo podremos por fin casar nuestras estaciones?
¿Cuándo podremos volver juntos a casa?
Tenemos tiempo pero ¿por qué es tan largo?
A veces mis ropas están manchadas de polvo
y del perfume ajado de los amores pasajeros
que han aligerado un poco mi soledad,
al alba de mis noches en blanco y solitarias.
Y tú, hermoso amor, dime si ha habido hombres
que hayan hecho tu vida un poco menos monótona,
que te ayuden a soportar el invierno tras el otoño
y los silencios obstinados del teléfono.
Nos contaremos nuestros triunfos, nuestras celebraciones,
pero cómo confesarnos todas nuestras derrotas.
La angustia que nos retiene, la angustia que nos acecha
y se cuelga de cada pensamiento y cada gesto.
Sé que estarás al final de mis viajes.
Sé que vendrás a pesar de todos los desvíos.
Dormiremos juntos y haremos el amor
en un mundo reinventado... a nuestra imagen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario