jueves, 14 de julio de 2011

Nuevos usos y costumbres musicales II

JAY JAY JOHANSON: SO TELL THE GIRLS I'M BACK IN TOWN
I've been on vacation [...] to reach my destination, now I'm coming home



#2. "Discos de una sola canción": ¿el árbol no te deja ver el bosque o el bosque no te deja ver el árbol?

Tampoco nos llevemos a engaño, que lo que los americanos denominaron one hit band ha existido toda la vida. Esos grupos que son flor de un día, con una canción, hipsters los llamaban los modernos, algunos por mala suerte y otros, hace más tiempo, porque eran bandas prefabricadas por discográficas para triunfar con un solo pelotazo, especialmente en fechas veraniegas.

Pero el fenómeno que hoy nos ocupa se viene observando hace unos años, ya me lo decían muchos amigos, que no dejaban de escuchar discos "de una sola canción", trabajos en los que te quedas con un tema porque el resto es bazofia o porque el tema en cuestión sobresale con mucho de entre el resto. A mi mente viene un ejemplo que quizás no sea el más apropiado, pero ya lo he dicho en otra ocasión: la bomba con tintes northern que para mí es el Mercy de Duffy se encuentra en un disco altamente soporífero, lo cual nunca dejará de sorprenderme. Y por cierto, que esta chica, quitando el Rain on your parade, tampoco ha hecho nada más digno de mención.

Los nuevos usos y costumbres musicales no han hecho más que fomentar este fenómeno. Pero si nos retrotraemos en el tiempo, veremos que no es más que la culminación de un hábito que venía asentándose entre la comunidad melómana. En mi caso personal, la revolución inicial se produjo con un equipo de música que incluía una doble pletina de cassette con búsqueda de tracks, esto es, una opción para que al rebobinar o avanzar la cinta, se detuviera al final o al inicio de una canción. Fascinante para una época en la que el CD todavía era algo incipiente. Más adelante los precios bajaron y le cogimos gusto al compacto y entonces sí que vino la toma de la Bastilla: ¡puedes elegir qué canción escuchar! Adiós a esos aburridos discos en los que la joya estaba al final y adiós en general al último tercio de cualquier disco porque uno empieza a escucharlos y, si no los termina, nadie vuelve a poner el CD en el track en el que se quedó. ¿Y recuerdan la opción de programar las canciones? ¿Alguien la usó alguna vez? Dos pájaros de un tiro, te cargabas el significado de un disco y potenciabas el arrinconamiento de las canciones que a nadie le apetece escuchar. Qué cosas.

Por supuesto en todo este ambiente transgresor circulaban las cintas de cassette con "grandes éxitos", en las que uno se grababa solo sus canciones favoritas. Más adelante haríamos lo mismo con CDs. Guaaaaau.

Y entonces llegó el mp3 y con él llegó el escándalo. Descargas legales o ilegales y un fenómeno curioso: los discos dejan de ser una obra cerrada para convertirse solo en una colección de canciones, en las que uno coge las que le gustan. Te compras temas en Itunes o bien te bajas lo que te apetece, porque sabes que hay una canción de un artista que pega y te la trae al pairo el resto de sus temas o su discografía. Te haces una lista de reproducción en Spotify o Youtube y concentras lo mejor de lo mejor. ¿Cómo no va a haber discos de una sola canción? Y esto nos lleva a mi pregunta inicial: ¿hacen discos mediocres los artistas/sellos con un trallazo sabiendo que solo se escuchará éste o el público se ha acostumbrado a coger la canción que más le gusta, descartando el resto de tracks? ¿El árbol no nos deja ver el bosque o el bosque nos impide disfrutar del árbol?

Para ilustrar estas reflexiones, les traigo un ejemplo personal. Un temazo de Jay Jay Johanson, cuyo disco tuve entero en mi Ipod pero acabé por descartar a excepción de esta joyita. ¿Craso error? No llego a todo... :)

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