RADIO FUTURA - ANNABEL LEE
Junto a estas líneas, el impresionante arcángel que preside el cementerio modernista de Comillas (Cantabria). Un lugar tenebroso, construido sobre un acantilado, en el que hay lápidas enormes que cortan la respiración y una pared que sólo contiene nichos infantiles. Una visita más que recomendable.
Más abajo, el primer vídeo que recuerdo haber visto en toda mi vida: Annabel Lee, de Radio Futura. La conexión es evidente ¿no? Si uno va a este lugar al atardecer, en el reino junto al mar, cuando sopla un viento frío poco habitual para los mediterráneos, seguro que podrá entrever la silueta etérea de la doncella, enterrada de manera precoz con el corazón de su amado para siempre. Ya se sabe, no luce la luna sin traérmela en sueños...
Pues sí, vacaciones en el Norte, un año más. A quemar la ansiedad, la tristeza y los disgustos, a reirme mucho con los amigos, a conocer nuevos lugares, a comer bien, a encontrar nuevas penas (por qué no) y a reencontar raíces, vivencias, familiares y ese olor característico que tienen todas las ciudades. Santander, Ribadesella, Vigo... qué más da, el olor húmedo del norte, un aroma peculiar que sólo los que han estado allí y han aspirado a fondo saben reconocer. El Mediterráneo y el Cantábrico son una combinación genética explosiva, lo digo por experiencia propia y ajena. La calidez y la frialdad, la humildad de unas olas diminutas y la soberbia del oleaje encabritado.
Santander no es una ciudad divertida. Es esnob, pija, incluso bastante fría. Pero también es majestuosa, elegante, misteriosa. Las playas que hay frente a las mansiones del paseo de la Magdalena, las tiendas de la calle Burgos, el tramo de paseo frente al Chiqui, la facultad de psicología, el estadio del Sardinero, San Fernando, los edificios del Alisal... Hay cientos de rincones que me están esperando y que pienso volver a pisar, para confirmar que sigo teniendo un pasado, que hay algo que me ata allí y que estoy viva, qué demonios. Y cuando me harte de la ciudad, me llenaré los ojos de verde y la nariz de olor a vaca en cualquier pueblo, en Santillana, en la vega de Pas, en Cabárceno, en Bárcena Mayor y en tantos sitios que todavía me quedan por explorar.
Dice Nacho Vegas que el norte del norte es un estado mental. Yo fui, huí y volví, me reconcilié y ahora no pienso volver a huir jamás. Allá voy... ¡dispuesta a encontrarlo!
En los 80, Radio Futura se permitía el lujo de adaptar poemas de Edgar Allan Poe y nadie se reía, todos admirábamos la belleza de canciones como ésta. Se ha perdido la magia... ;)
Annabel Lee - Edgar Allan Poe
Hace muchos, muchos años, en un reino junto al mar,
Habitaba una doncella cuyo nombre os he de dar,
Y el nombre que daros puedo es el de Annabel Lee,
quien vivía para amarme y ser amada por mí.
Yo era un niño y era ella una niña junto al mar,
En el reino prodigioso que os acabo de evocar.
Más nuestro amor fue tan grande cual jamás yo presentí,
Más que el amor compartimos con mi bella Annabel Lee,
Y los nobles de su estirpe de abolengo señorial
Los ángeles en el cielo envidiaban tal amor,
Los alados serafines nos miraban con rencor.
Aquel fue el solo motivo, ¡hace tanto tiempo ya!,
por el cual, de los confines del océano y más allá,
Un gélido viento vino de una nube y yo sentí
Congelarse entre mis brazos a mi bella Annabel Lee.
La llevaron de mi lado en solemne funeral.
A encerrarla la llevaron por la orilla de la mar
A un sepulcro en ese reino que se alza junto al mar,
Los arcángeles que no eran tan felices cual los dos,
Con envidia nos miraban desde el reino que es de Dios.
Ese fue el solo motivo, bien lo podéis preguntar,
Pues lo saben los hidalgos de aquel reino junto al mar,
Por el cual un viento vino de una nube carmesí
Congelando una noche a mi bella Annabel Lee.
Nuestro amor era tan grande y aún más firme en su candor
Que aquel de nuestros mayores, más sabios en el amor.
Ni los ángeles que moran en su cielo tutelar,
Ni los demonios que habitan negros abismos del mar
Podrán apartarme nunca del alma que mora en mí, Espíritu luminoso de mi
hermosa Annabel Lee.
Pues los astros no se elevan sin traerme la mirada
Celestial que, yo adivino, son los ojos de mi amada.
Y la luna vaporosa jamás brilla baladí
Pues su fulgor es ensueño de mi bella Annabel Lee.
Yazgo al lado de mi amada, mi novia bien amada,
Mientras retumba en la playa la nocturna marejada,
Yazgo en su tumba labrada cerca del mar rumoroso,
En su sepulcro a la orilla del océano proceloso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario