BRUCE SPRINGSTEEN: WAITIN' ON A SUNNY DAY
Gonna chase the clouds away
Exhausta. Agotada. Reventada. Así es como me siento al final de este final de curso horrible en el que me han vapuleado, física y anímicamente, dejando pedazos de mí por todas las paredes de una habitación en la que las luces se han apagado para siempre. Hay trocitos de mi corazón por las sillas, por las mesas, palabras suspendidas en el aire, lágrimas en los teclados de los ordenadores... De la veinteañera que entró una tarde de diciembre en una sala enorme con mirada asustada y manos temblorosas queda hoy una guerrera que por un tiempo va a lamerse las heridas, porque en estos momentos soy un guiñapo lloroso e hiposo. Lo han conseguido, me han rajado y me han sacado las tripas, han puesto mis emociones al descubierto y en un mes especialmente doloroso por una pérdida irremediable, me han hecho desnudar mi rabia aún más y dejar que otros participaran del espectáculo. Qué dolor tan intenso, jamás pensé que me sentiría así.
Por eso creo que mi cita de anoche con el Boss tuvo algo de mágico e incluso catártico, por lo que tiene que venir. Porque cuando uno mira a un escenario y ve a gente feliz sobre él, eso se contagia y se queda en la retina y en el cerebro. Y cuando ves esa misma felicidad en los ojos de los que te rodean e incluso alguien , con una mirada llena de ingenuidad, te dice "soy muy feliz" mientras suena Jungleland, esos momentos sirven de reserva para la lucha y los bajones.
Así que, por una temporada, bajo la persiana y me voy, no sólo de eso que se llama "merecidas vacaciones" sino a replantearme mi rutina, mi vida después de agosto y muchas otras cosas. Porque necesito curarme y exfoliarme de tanto sentimiento y tanta pena; porque han sido unas semanas de infarto y no hay cuerpo que resista esto, ni siquiera el de una guerrera de aires nórdicos. Porque desde que comenzó el año he mascado la tragedia y me he preparado y la lucha ha sido dura. He perdido. No pasa nada. Ya ganaré otras batallas. En otras trincheras me defiendo mejor.
Cierro un ciclo y guardo en mi caja de recuerdos a un montón de personas y de momentos increíbles. Pero para relamerme los arañazos y mitigar el escozor que siento por todo lo que se ha roto, recurro a The rising, el lp que Springsteen dedicaba al 12-S, no al día de la tragedia sino al día después, en el que toca hacer recuento de bajas y tirar para adelante. Porque así llevamos haciéndolo durante años. Y me quedo con un himno naïf pero encantador, el que anoche Bruce trató de hacer cantar a unos niños con mirada de alucinados (barreras idiomáticas, diría alguien) y que, aunque no fue lo que mejor sonó, resultó un pequeño bálsamo de sencillez y alegría. Qué más se puede pedir además de una larga noche de rock and roll...
Adiós, pena. Adiós, porcelanas. Nueva York, allá voy...
viernes, 31 de julio de 2009
jueves, 9 de julio de 2009
Reflexiones sobre Jacko
MICHAEL JACKSON: HEAL THE WORLD
He caído en la espiral jacksoniana, la mejor serpiente de verano que los medios recuerdan en años. Y eso que a mí Jackson nunca me ha despertado especial interés, pero reconozco sus genialidades y admito que estuve pegada a la tele viendo su funeral-homenaje-concierto. Y me encantó. Todo esto me suscita reflexiones que a nadie importan así que, qué mejor sitio que éste para volcarlas.
El funeral de Michael Jackson ha costado un millón y medio de dólares a la ciudad de Los Ángeles, en cuestión de seguridad destinada al evento y demás trámites. Ahora nadie sabe quién se hará cargo de la suma y muchos vuelven a elevar sus voces en contra de lo que llaman "circo" y demás apelativos peyorativos. Sin ir más lejos, hace un par de días escuchaba una "sesuda" tertulia de mujeres periodistas e intelectuales en las que directamente se tachaba de "imbéciles" tanto a los que seguían el show como a los que tuvieron la suerte de estar allí. Bueno, dejemos al margen la consideración de que una escritorcilla que renuncia a su nombre y elige un apellido espídico para firmar tampoco sube un escalón más allá de la imbecilidad o la mediocridad latente en sus textos. Centrándonos en Jacko, yo debo de ser imbécil, y paso a exponer los motivos:
1. Porque vi el funeral-espectáculo.
2. Porque disfruté con él y porque la música negra en general me hace vibrar y más cuando tiene connotaciones solemnes.
3. Porque entiendo a los que pasaron la noche al raso para estar allí (quizás yo no lo hiciera, o quizás sí, pero los entiendo).
4. Porque entiendo a los que lloran cuando su estrella favorita muere. El otro día ensayé distintas técnicas de viaje astral mirando al suelo mientras un montón de gente a mi alrededor decía no comprender las lágrimas por la muerte de un artista. Allá ellos. O allá yo, que soy imbécil.
5. Porque sé lo que es emocionarse con una canción y sentir un cosquilleo en el estómago antes de ir a un concierto y permanecer todo el mismo con la boca abierta y buscar un determinado tema o una voz para un momento de tristeza o alegría. Porque, en fin, he explorado todas las vertientes terapéuticas y emocionales de la música.
En definitiva, a mí las personas que no entienden a los que amamos la música me merecen muchos calificativos y no los verbalizo, ni los pienso, porque creo que en esta vida cada uno se emociona con lo que quiere. Hay quien graba vídeos de setas, hay quien estudia lenguas muertas, hay quien se masturba con películas de Shirley Temple (como el propio Jacko, parece ser). Y a mí me da igual. Vive y deja vivir ¿les suena? O para los cinéfilos, Vive como quieras.
Volviendo al funeral, desde luego los americanos tienen un sello propio a la hora de organizar estos tinglados y eso no se les puede negar. Para lo que son ellos, incluso lo vi comedido y me encantaron algunas canciones: Jennifer Hudson con el Will you be there, Germaine cantando la canción favorita de su hermano (el Smile de Chaplin) y, por supuesto, todos al final entonando el We are the world y empalmando con mi favorita, Heal the World.
Sólo me chirriaron algunas cosas y no precisamente la aparición de Paris Jackson que, en fin, supongo que se enmarca en la emotividad del momento y en el morbo que a todos nos daba ver la cara de la niña, siempre tapada con pañuelos (por cierto, descubrimos que la cría no sólo es normal sino que es una monada, como sus hermanos). Todo ello entra dentro de un objetivo de este funeral que no sé si se cumplió y que es una de las cosas que no me encajan: dar una imagen de normalidad de Michael Jackson. A ver, Jacko era un genio y aportó mucho a la música en todas sus vertientes pero "normal", lo que se dice "normal" no era... Algún día alguien identificará la enfermedad mental (¿anorexia? ¿depresión? ¿esquizofrenia paranoide?) que el artista padecía y que le llevaba a cometer las excentricidades que todos conocemos. Pero no me cuadra que ahora se hable de él como alguien corriente, rodeado de su familia, sus hijos, sus primos...
Por otra parte, otra de las cosas que me chocó mucho fue el evidente simbolismo pro-afroamericano que se respiró durante todo el evento. Los descendientes de Martin Luther King, un reverendo negro, hasta una congresista negra salió a marcarse un speech en pro de los derechos de su etnia. ¿Se nos ha olvidado ya el desteñimiento progresivo de Michael? ¿Acaso debemos ignorar que el cadáver que descansaba en el féretro de 18.000 dólares tenía la piel pálida? Qué pobre contribución realizó el artista a la integración de su comunidad, digo yo. Y me dio mucha risa ver una tertulia improvisada en La 1 en la que, además de hablar constantemente por encima de la retransmisión del funeral, había unos cuantos invitados de chicha y nabo (porque a esas horas nadie más podría) entre los que vi a uno de los Cruz y Raya (sin palabras) y al triste Álex de la Nuez (ex-rosenvinch). Éste, además de soltar unas lagrimitas, soltó unas perlitas como la que cito textualmente a continuación: ME ATREVO A DECIR QUE SI NO FUERA POR MICHAEL JACKSON, OBAMA NO SERÍA PRESIDENTE HOY. Jajajajajaaaaa, qué país... el nuestro, claro, donde cualquiera opina y ala, se queda tan ancho.
En fin, vuelvo a decirlo, o nos quedamos con la idea de que Jacko era un enfermo que vivió preso de su mente o lo recordamos como alguien "anormal", pero en ningún caso un defensor de la comunidad negra ni una persona "normal". Si acaso un lunático cuyos delirios todos hemos seguido con interés morboso y hemos contribuido a que toda su vida fuera una patochada. Pero por encima de todo, y vuelvo al principio, como debo de ser un poco imbécil, yo me quedo con su música y con las canciones que me gustaban de él. Como además de imbécil soy facilona, voy a explorar las que no conozco y en especial esa trilogía de discos que muchos llaman obras maestras. Y paso de funerales, tertulianos, desviaciones sexuales y otras gaitas.
Cura al mundo, piensa en un sitio mejor. Feliz jueves.
He caído en la espiral jacksoniana, la mejor serpiente de verano que los medios recuerdan en años. Y eso que a mí Jackson nunca me ha despertado especial interés, pero reconozco sus genialidades y admito que estuve pegada a la tele viendo su funeral-homenaje-concierto. Y me encantó. Todo esto me suscita reflexiones que a nadie importan así que, qué mejor sitio que éste para volcarlas.
El funeral de Michael Jackson ha costado un millón y medio de dólares a la ciudad de Los Ángeles, en cuestión de seguridad destinada al evento y demás trámites. Ahora nadie sabe quién se hará cargo de la suma y muchos vuelven a elevar sus voces en contra de lo que llaman "circo" y demás apelativos peyorativos. Sin ir más lejos, hace un par de días escuchaba una "sesuda" tertulia de mujeres periodistas e intelectuales en las que directamente se tachaba de "imbéciles" tanto a los que seguían el show como a los que tuvieron la suerte de estar allí. Bueno, dejemos al margen la consideración de que una escritorcilla que renuncia a su nombre y elige un apellido espídico para firmar tampoco sube un escalón más allá de la imbecilidad o la mediocridad latente en sus textos. Centrándonos en Jacko, yo debo de ser imbécil, y paso a exponer los motivos:
1. Porque vi el funeral-espectáculo.
2. Porque disfruté con él y porque la música negra en general me hace vibrar y más cuando tiene connotaciones solemnes.
3. Porque entiendo a los que pasaron la noche al raso para estar allí (quizás yo no lo hiciera, o quizás sí, pero los entiendo).
4. Porque entiendo a los que lloran cuando su estrella favorita muere. El otro día ensayé distintas técnicas de viaje astral mirando al suelo mientras un montón de gente a mi alrededor decía no comprender las lágrimas por la muerte de un artista. Allá ellos. O allá yo, que soy imbécil.
5. Porque sé lo que es emocionarse con una canción y sentir un cosquilleo en el estómago antes de ir a un concierto y permanecer todo el mismo con la boca abierta y buscar un determinado tema o una voz para un momento de tristeza o alegría. Porque, en fin, he explorado todas las vertientes terapéuticas y emocionales de la música.
En definitiva, a mí las personas que no entienden a los que amamos la música me merecen muchos calificativos y no los verbalizo, ni los pienso, porque creo que en esta vida cada uno se emociona con lo que quiere. Hay quien graba vídeos de setas, hay quien estudia lenguas muertas, hay quien se masturba con películas de Shirley Temple (como el propio Jacko, parece ser). Y a mí me da igual. Vive y deja vivir ¿les suena? O para los cinéfilos, Vive como quieras.
Volviendo al funeral, desde luego los americanos tienen un sello propio a la hora de organizar estos tinglados y eso no se les puede negar. Para lo que son ellos, incluso lo vi comedido y me encantaron algunas canciones: Jennifer Hudson con el Will you be there, Germaine cantando la canción favorita de su hermano (el Smile de Chaplin) y, por supuesto, todos al final entonando el We are the world y empalmando con mi favorita, Heal the World.
Sólo me chirriaron algunas cosas y no precisamente la aparición de Paris Jackson que, en fin, supongo que se enmarca en la emotividad del momento y en el morbo que a todos nos daba ver la cara de la niña, siempre tapada con pañuelos (por cierto, descubrimos que la cría no sólo es normal sino que es una monada, como sus hermanos). Todo ello entra dentro de un objetivo de este funeral que no sé si se cumplió y que es una de las cosas que no me encajan: dar una imagen de normalidad de Michael Jackson. A ver, Jacko era un genio y aportó mucho a la música en todas sus vertientes pero "normal", lo que se dice "normal" no era... Algún día alguien identificará la enfermedad mental (¿anorexia? ¿depresión? ¿esquizofrenia paranoide?) que el artista padecía y que le llevaba a cometer las excentricidades que todos conocemos. Pero no me cuadra que ahora se hable de él como alguien corriente, rodeado de su familia, sus hijos, sus primos...
Por otra parte, otra de las cosas que me chocó mucho fue el evidente simbolismo pro-afroamericano que se respiró durante todo el evento. Los descendientes de Martin Luther King, un reverendo negro, hasta una congresista negra salió a marcarse un speech en pro de los derechos de su etnia. ¿Se nos ha olvidado ya el desteñimiento progresivo de Michael? ¿Acaso debemos ignorar que el cadáver que descansaba en el féretro de 18.000 dólares tenía la piel pálida? Qué pobre contribución realizó el artista a la integración de su comunidad, digo yo. Y me dio mucha risa ver una tertulia improvisada en La 1 en la que, además de hablar constantemente por encima de la retransmisión del funeral, había unos cuantos invitados de chicha y nabo (porque a esas horas nadie más podría) entre los que vi a uno de los Cruz y Raya (sin palabras) y al triste Álex de la Nuez (ex-rosenvinch). Éste, además de soltar unas lagrimitas, soltó unas perlitas como la que cito textualmente a continuación: ME ATREVO A DECIR QUE SI NO FUERA POR MICHAEL JACKSON, OBAMA NO SERÍA PRESIDENTE HOY. Jajajajajaaaaa, qué país... el nuestro, claro, donde cualquiera opina y ala, se queda tan ancho.
En fin, vuelvo a decirlo, o nos quedamos con la idea de que Jacko era un enfermo que vivió preso de su mente o lo recordamos como alguien "anormal", pero en ningún caso un defensor de la comunidad negra ni una persona "normal". Si acaso un lunático cuyos delirios todos hemos seguido con interés morboso y hemos contribuido a que toda su vida fuera una patochada. Pero por encima de todo, y vuelvo al principio, como debo de ser un poco imbécil, yo me quedo con su música y con las canciones que me gustaban de él. Como además de imbécil soy facilona, voy a explorar las que no conozco y en especial esa trilogía de discos que muchos llaman obras maestras. Y paso de funerales, tertulianos, desviaciones sexuales y otras gaitas.
Cura al mundo, piensa en un sitio mejor. Feliz jueves.
jueves, 2 de julio de 2009
Alguien me lo contó
HOMBRES G: VUELVE A MÍ
Conducía sin pausa un coche demasiado grande y algo envejecido, color plata manchado de tantas tormentas de tierra. Veloz y firme, aunque sin sobrepasar el límite establecido. La mirada fija en la carretera, que a medida que se alejaba de la gran urbe se tornaba más y más familiar y acogedora. Cantaba a voz en grito, feliz, un cd de grandes éxitos de los Hombres G. En pleno éxtasis, un coche de la Guardia Civil le hizo señas para que parara. "Señorita", dijo un agente con el ceño fruncido, "No puede usted circular así". "Veamos", se dijo ella, "llevo el cinturón, no he bebido, he pasado la ITV, no he superado los 120..." Al mostrarle su cara más inocente de desconcierto, el agente suspiró y desganado le explicó: "No se puede conducir viendo pasar su vida en imágenes. El conductor debe mirar hacia adelante no hacia atrás, ¿lo entiende? Lo dice el decreto 263/07, en el artículo 747. Además, lleva usted un evidente sobrepeso de recuerdos en el coche: imágenes, canciones, personas que hace años desaparecieron de su vida, besos, lágrimas, palabras, apuntes de matemáticas, madrugones escolares. Lo siento pero me veo obligado a multarla".
Ella se quedó petrificada pero tuvo que admitir que el agente tenía razón. Sólo emitió un leve quejido, buscando la solidaridad de un desconocido: "Pero, es más cómodo viajar así, mirando hacia atrás". Él se levantó las gafas de sol con un leve desprecio: "Es la ley, hay que mirar al horizonte y si me discute, me veré obligado a confiscarle el cd".
Admitió su derrota y empezó a buscar la cartera para identificarse. Y pensar que todo había empezado al escuchar esta canción...
Conducía sin pausa un coche demasiado grande y algo envejecido, color plata manchado de tantas tormentas de tierra. Veloz y firme, aunque sin sobrepasar el límite establecido. La mirada fija en la carretera, que a medida que se alejaba de la gran urbe se tornaba más y más familiar y acogedora. Cantaba a voz en grito, feliz, un cd de grandes éxitos de los Hombres G. En pleno éxtasis, un coche de la Guardia Civil le hizo señas para que parara. "Señorita", dijo un agente con el ceño fruncido, "No puede usted circular así". "Veamos", se dijo ella, "llevo el cinturón, no he bebido, he pasado la ITV, no he superado los 120..." Al mostrarle su cara más inocente de desconcierto, el agente suspiró y desganado le explicó: "No se puede conducir viendo pasar su vida en imágenes. El conductor debe mirar hacia adelante no hacia atrás, ¿lo entiende? Lo dice el decreto 263/07, en el artículo 747. Además, lleva usted un evidente sobrepeso de recuerdos en el coche: imágenes, canciones, personas que hace años desaparecieron de su vida, besos, lágrimas, palabras, apuntes de matemáticas, madrugones escolares. Lo siento pero me veo obligado a multarla".
Ella se quedó petrificada pero tuvo que admitir que el agente tenía razón. Sólo emitió un leve quejido, buscando la solidaridad de un desconocido: "Pero, es más cómodo viajar así, mirando hacia atrás". Él se levantó las gafas de sol con un leve desprecio: "Es la ley, hay que mirar al horizonte y si me discute, me veré obligado a confiscarle el cd".
Admitió su derrota y empezó a buscar la cartera para identificarse. Y pensar que todo había empezado al escuchar esta canción...
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